Probablemente,
la ministra de Educación, catedrática de Lengua y Literatura inglesa, se
expresó mal, no supo medir el alcance
del verbo pertenecer al despojarlo de cualquiera de sus acepciones cuando
con estas palabras: “de ninguna de las maneras, cabe pensar que los hijos
pertenecen a sus padres”, pretendió desautorizar la implantación del pin
parental de Vox en Murcia. De lo contrario, se desprende que educativamente los
hijos de los padres españoles pertenecen al Estado.
Los
hijos pertenecen a los padres en cuanto vínculo biológico y continuidad de vida
de sus progenitores, además de integrantes de la unidad familiar, pero no son pertenencias
sobre las que puedan ejercer derechos de propiedad ya que como individuos constituyen
proyectos de vida autónoma e independiente.
El
debate suscitado no está, pues, en la pertenencia sino en la acotación de las
respectivas competencias de los padres y el Estado en la protección y formación
integral del menor. No parece razonable privar de toda participación educativa
a los progenitores, a quienes les asiste el derecho natural e histórico de
haber ejercido en exclusiva tan alto cometido y responsabilidad desde el origen
de la humanidad hasta hace muy poco, a
riesgo de que los niños queden expuestos
al conflicto educativo y consecuente desconcierto que genera el recibir
determinados principios morales en las aulas y los contrarios en el hogar. En
términos de objeción de conciencia cabe diferenciar la Instrucción académica de
la Educación, en el sentido de que la primera es inobjetable por su carácter objetivo
y científico, mientras que la segunda, la llamada educación en “valores”, es susceptible
de orientación ideológica y adoctrinamiento. Ante tal indeseada eventualidad y
como medida preventiva en defensa de la libertad de credo: moralidad,
sexualidad o conciencia, procede dotar a la sociedad de resortes democráticos
que permitan sortear los excesos intervencionistas, en este caso totalitarios, del
Estado. A tal fin se aprobó el artículo 27.3 de la Constitución.” Los poderes públicos garantizan el derecho
que asiste a los padres para que sus hijos reciban la educación religiosa y
moral que esté de acuerdo a sus propias convicciones”.
Pedro
Sánchez pregona con insistente vehemencia la
voluntad del Gobierno de desjudicializar la política, sin embargo, su ministra
de Cultura acaba de anunciar su disposición de llevar a los tribunales al
Gobierno murciano si no retira el pin parental. Quizá el presidente de la
nación se refería únicamente a la política relativa a Cataluña, donde se
adoctrina a los escolares en el nacionalismo catalán.
Sor
Celaá parece mostrar la severa intransigencia de la conversa, que ha educado a sus dos hijas
en el colegio católico concertado Bienaventurada Virgen María, de Leioa.
José Antonio
Quiroga Quiroga
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