Ante la casi
segura e inminente moción de censura a la agrupación de Gobierno de Tuy (formada
por cuatro partidos de diversa y antagónica ideología), un colectivo ciudadano trata de frenarla con la presión social que
puedan ejercer las firmas recogidas en contra.
Pero las
firmas de adhesión en contra de la moción son una amalgama opaca e
indiferenciada de pasiones políticas (intensamente cargadas de subjetividad), de simpatías y antipatías
personales, intereses partidarios y particulares, y un largo catálogo de razones
y posturas de indescifrable origen y clasificación. Por otra parte, el texto
del manifiesto esgrime justificaciones muy inconcretas como que el actual gobierno
“está facendo cousas”. Tampoco el alcalde es más preciso al alardear de “labor
impecable”, valoración carente de valor y desprovista de elegancia por
proceder de parte; al margen de que la gestión perfecta e irreprochable no
existe por tratarse de tarea inabarcable, sin necesidad de recurrir a hechos concretos recientes, no todos
conocidos del gran público, que son ejemplo de lo contrario.
La recogida
de firmas es legítima y respetable en cuanto manifestación cívica de libertad
de pensamiento y expresión, como lo sería una manifestación autorizada a favor
de la misma causa, pero no es ni
legítima ni respetable si pretende violentar una acción política que se ajusta
a las reglas establecidas democráticamente, y que se apoya en el estricto
dictado de las urnas. El papel que le corresponde a la ciudadanía es el de
atenta observadora de los acontecimientos presentes y futuros, para que cuando sea
convocada a las urnas obre en consecuencia. Esta actitud cívica de respeto a la
democracia en absoluto excluye sentimientos sobre preferencias de gobierno, si a
favor del actual, de corto recorrido para establecer juicios de valor con la
perspectiva que la prudencia aconseja, o del previsiblemente entrante, como
apuesta de resultado más o menos impredecible.
Puesto de recogida de firmas en contra de la moción de censura |
Tampoco se
puede tachar de indecente en sí misma la anunciada moción, por lo dicho
anteriormente, ni de indecentes a los promotores ya que no se arma con el apoyo
de tránsfugas, sino con los partidos que están en la oposición, grupo
mayoritariamente homogéneo ideológicamente, prácticamente integrado por ramas
escindidas de un mismo tronco; si bien no se debe perder de vista que el primer
plan para la moción, para que todo el poder fuese para los de casa, contaba
como pieza importante a dos tránsfugas, pertenecientes a una rama vieja también
desgajada del mismo árbol, y cuña inquietante dentro del Gobierno.
Asimismo, no
cabe utilizar la ambición política, lícita y consustancial a todo servidor
público, que necesariamente pasa por conseguir el mando, como arma descalificatoria
arrojadiza. Pero como las aspiraciones de poder y de mejora retributiva son compartidas
por todos, y no es fácil establecer diferencias cuantitativas, quizá deberíamos
fijarnos en quiénes tienen más espíritu
de servicio público, que no debería ser valorado de manera abstracta sino en
términos de amor, sí, de amor al municipio. Y en este aspecto diferencial
fundamental, que no se improvisa, sino que está asociado al grado de pertenencia al
lugar, y al sentimiento de identificación con el mismo, creo adivinar que unos tienen más triunfos que otros.
José Antonio Quiroga
Quiroga