A partir de
la moción de censura los plenos de Tui han devenido en expresión áspera de
resentimiento y de deseo de venganza para infortunio de todos: simpatizantes, contrarios y
ajenos a la política partidaria. El presumible sentido de servicio
público cabal y responsable de los que antes mandaban se ha desvanecido en
cuanto se vieron integrando las filas de
la oposición, para trocarse en impúdico ejercicio obstruccionista y paralizador
de la gestión municipal como instrumento de deterioro y aniquilación del rival;
pero también lo es de menoscabo del desarrollo del municipio y de la calidad de vida de los contribuyentes
que sufragan a estos representantes públicos,
y de descrédito de la institución municipal que los acoge y de la que se sirven.
La burda y
obscena instrumentalización política del siniestro de Paramos por parte de la
oposición debería sonrojar incluso a los más fanáticos, pero éstos aplauden irracionalmente
cuando trata de bloquear cualquier proyecto que proponga el Gobierno, con el
fin de poder tacharlo luego de incapaz e inoperante, como es el caso reciente del
concurso de ideas de reordenación del frente fluvial de la ciudad, alegando que
“no es el momento” y que “los 36.000 euros destinados a su financiación
deberían donarse a los afectados de dicha parroquia”. ¿Acaso para socorrer a
los damnificados por la tragedia hay que esperar a que se lleve a pleno no
importa qué proyectos para, una vez desbaratados, destinar los correspondientes
importes, en general irrelevantes, a ese conjunto de personas, cuando está
disponible un cuantioso remanente de tesorería, del que ya se han detraído un
millón, y medio millón de euros?
Si bien la
inferioridad numérica del grupo de Gobierno es aprovechada por la oposición
para levantar sistemáticamente en cada pleno cercos
de taponamiento que pone en serio
riesgo de parálisis la acción municipal, no pierde ésta oportunidad de revertir su perversidad
responsabilizando al alcalde de la fluctuante situación de impasse (ahora en
manos del abstencionista dubitativo, José Prada), por no haber sabido disponer de mayoría habiendo podido. Culpando al alcalde la oposición trata de desvincularse de su cuota de responsabilidad en cuanto que los ayuntamientos los gobierna
el pleno de la Corporación, y no el Gobierno Ejecutivo, con sus respectivos
votos a favor o en contra acerca de proyectos, propuestas de acuerdo y mociones; al tiempo que deja claro que, bajo
su particular punto de vista, las
mayorías plenarias son útiles para ignorar las posturas disidentes.
La
incapacidad democrática para asumir el trámite formal de traspaso de poderes,
recibido como afrenta imperdonable de descabalgamiento
abrupto por quienes se creyeron destinatarios indiscutibles e indiscutidos del
poder, pero que solo lo ocupaban en precario, ha desencadenado una perniciosa actitud de
oposición a cara de perro sin precedentes, liderada por el exjefe de la cuadrilla. Desencuadernado el primer jinete por
la caída, el cavernoso carácter que antes
permanecía agazapado tras calculado laconismo verbal, asoma ahora tronante y claro por las
aberturas que dejan los descosidos.
Visiblemente contrariado y fuera de control por haberse aprobado definitivamente los presupuestos, intervino, sin estar en el uso de la palabra, con una de sus típicas erupciones volcánicas, frecuentemente
cargadas de apocalíptica ceniza que parecen sumir en sombras todo el municipio, para tratar de terciar en favor de la indisciplinada e insolente
“Antoñita”, exconcejala de hacienda y urbanismo, que estaba siendo advertida de
expulsión por replicar e interrumpir la intervención del alcalde. Tras ser
también advertido de expulsión el portavoz del PSOE, que pretendía acobardar al presidente de la sala y dejar en
entredicho su autoridad, respondió éste de manera
destemplada y con desdén despreciativo hacia los demás miembros del Gobierno,
diciendo algo así como: usted non se dirixa a min neses termos, ou acaso cree que son como os seus compañeiros de Goberno. Las reiteradas invitaciones del
alcalde a que retirase la ofensa infligida solo consiguieron de este taciturno
personaje que bajase y ladease su
atormentado rostro para evitar la mirada de quien le reconvenía.
Finalmente, la
Antoñita fue expulsada de la sala, no sin antes resistirse animada por la ruidosa peña asistente
que le invitaba a quedarse. A continuación se procedió a la votación del
concurso de ideas de ordenación del frente fluvial, que, al quedar la oposición
con un miembro menos, fue aprobado con el voto de calidad del alcalde. Fue
entonces el momento en que la ofuscada oposición se percató de que ya no tenía
capacidad de abortar ninguna propuesta, y optó por abandonar la sala en bloque.
Sin embargo, pudo advertirse que la concejala del BNG, en principio no tenía
intención de marcharse, quizá porque no olvida que cuando desempeñaba
responsabilidades de gobierno, Antoñita, la mandona, la respondona, le hizo
llorar en un par de ocasiones, pero al final parece que cedió ante la
insistencia de su compañero.
Privado el
portavoz del PSOE de la dignidad que otorga la montura, de Cabaleiro solo tiene
el apellido.
José
Antonio Quiroga Quiroga