sábado, 10 de agosto de 2019

Con la toga puesta


El nuevo edificio de los juzgados de Tuy cumplirá su función con la toga puesta,  advirtiendo de que tras los muros de esa caja oscura  se administra el peso de la ley.

El color negro de la toga judicial, el de los dolientes (toga pulla) en la antigua Roma, reviste las fachadas del que será nuevo Palacio de la Justicia en esta vieja capital del antiguo reino de Galicia. Así, cuando la imperativa citación judicial golpee la puerta de un ciudadano, al instante emergerá en su cerebro la imagen imponente, solemne y severa  del inmueble, con el poder magnético de un agujero negro que tira de la voluntad rebelde del citado que interiormente se resiste a la llamada de la Ley, acompañada de un  escalofrío húmedo que estremecerá su cuerpo.

Nada más traspasar el umbral del santuario del código, el atribulado compareciente percibirá la grave energía  de alto voltaje  encerrada entre sus paredes, que atenaza el diafragma y entrecorta la respiración, al tiempo que notará cómo la elevada humedad ambiental acumulada de innumerables sudores fríos anteriores al suyo,  baña, a modo de bautismo del lugar, su aterida y temblorosa piel  La inmersión anímica que embarga de congoja al visitante, se apodera al instante del espíritu de quien teme lo peor, disponiéndolo para  recibir, cuando llegue, la  confirmación del fallo judicial.
Fachadas inacabadas de los juzgados de Tui

Tramo de fachada inacabada a la Plaza de Galicia

El simbolismo cromático del edificio, intencionado o no, de innegable elegancia fúnebre, remite a equivalentes y tenebrosos contextos jesuíticos e inquisitoriales de otro tiempo. Es sabido que el color negro de la toga judicial se debe al luto histórico adoptado y mantenido por la magistratura inglesa por la muerte de la reina María II de Inglaterra (1694), que luego se extendió a otros países como expresión de respeto y sobriedad en el tratamiento de los litigios; pero la seriedad y la rectitud en este caso no tienen por qué ser sinónimo ni anticipo de adusta severidad justiciera. 

El “traje de autoridad" de los magistrados romanos era la toga praetexta,  blanca con raya púrpura en el borde. Si el color blanco está asociado a la idea de luz, pureza, e inocencia que se presume a todo reo, y el negro a muerte, violencia, misterio y elegancia (aspecto formal  irrelevante en este caso), ¿por qué razón  se mantiene  el pesimismo del color negro que remite a culpabilidad anticipada en la atmósfera judicial,  si en los tribunales se dirimen luces y sombras, si se imparten sentencias absolutorias  a la vez que condenatorias a las respectivas partes, si se obtienen tantos éxitos como reveses, e igual número de  alegrías que de disgustos?

¿Qué empuja, pues, a la institución judicial a imponer esa lúgubre simbología ceremonial de mal presagio, que propicia  miedo escénico y desánimo en los encausados, y qué impide que no se ofrezcan  escenarios, si no distendidos, menos aprensivos abandonando la evocación rancia de la toga enlutada por  atuendo neutro  más  grato al espíritu?

                                   José Antonio Quiroga Quiroga