miércoles, 3 de marzo de 2021

Los derechos de los berberechos

 

La majestuosa armonía que impera en la piel de la nave espacial deambulante que habitamos, tiene lugar entre dos poderosos ambientes inestables: el que sirve de base, una infernal masa incandescente, que pugna por liberarse a través  de estremecedoras sacudidas telúricas y violentos furúnculos de fuego en la corteza terrestre, y el de cobertura, capa convulsa de fluidos gaseosos que tanto oxigena, riega y fertiliza  como azota inclemente. El milagro de la vida de la madre naturaleza, que brota a diario en este marco físico inseguro con esplendorosa belleza y perfección evolutiva, se desarrolla en cualquier rincón del planeta en ineludibles términos de encarnizada competencia por sobrevivir, que irremisiblemente terminan en tragedia: la vida de un ser exige la muerte de otro, menos fuerte; el pez grande come al más chico.

El pez más grande y más voraz de todos, el ser humano, el mono aventajado, elevado por designio divino a rey de la naturaleza, al que los demás seres inferiores deben tributo en vidas y servicios, debería estar conforme con su  situación de privilegio. Sin embargo, la feroz competencia desatada entre la superpoblación de monarcas del reino natural, y al aliento del creciente concurso de subastas electorales de los sacerdotes de la política  prometiendo el retorno al paraíso terrenal, en el que todo nos será dado por derecho, está propiciando entre los menos capaces y menos dispuestos al esfuerzo, incluidos, convenientemente, en el colectivo de los llamados más vulnerables, la aparición de una particular suerte de bivalvos: ese tipo de individuos que subsisten pasivamente filtrando cerveza entre dos conchas protectoras: la casa paterna y el escudo social del Estado de Bienestar.

Aunque hayas sido arrojado desnudo a este perro mundo inclemente, sin consulta ni permiso, camarón o berberecho, no te duermas y ten presente, sin obligación, sobre el sudor de terceros no tienes derecho.

 

                                   José Antonio Quiroga Quiroga