miércoles, 5 de octubre de 2016

El partido de Dios


 

La información es poder, y la desinformación oportunidad de colonización.

Como caras contrapuestas de la moneda electoral, la euforia de la victoria lleva al vencedor a declarar que el pueblo es sabio, y la frustración de la derrota conduce a los perdedores a quejarse de que es ignorante.

          Decepcionado por el resultado de las autonómicas, un diputado de izquierdas cometió el error de tachar al pueblo gallego de ignorante. En descargo de lo dicho por el ilustre diputado, creo que donde se dice ignorancia debemos leer desinformación. Torpeza política aparte, no albergo ninguna duda ni reparo en considerar que en materia política el pueblo gallego, como  cualquier otro pueblo del solar patrio, es más ignorante que sabio. Y que la desinformación es mayor en el medio rural que en el urbano, y especialmente alta en el rural gallego debida fundamentalmente a la dispersión edificatoria y consecuente aislamiento. Porque en este extenso territorio apenas se leen  periódicos, excepto los domingos,  cuando unos pocos acuden a la tienda o al bar del barrio a echarle un vistazo a los “santos”, mayormente deportivos.  

Las masas sociales desinformadas son conservadoras por principio de  prudencia, y se mueven por actos de fe, ya que no pueden hacerlo racionalmente. Fe que depositan en los líderes locales como personas de confianza. A este respecto, el reino de taifas que define el rural gallego, es ejemplo paradigmático por su tradicional estructura de patriarcas con ascendiente sobre el vecindario: el pedáneo, actualmente en horas bajas, el cacique y el párroco, situado en lo más alto de la escala jerárquica. El cura de la parroquia ejerce de guía espiritual  y de pastor  en prácticamente todos los campos sociales. Y por supuesto, en el político, pues la Iglesia considera que los partidos son también instrumentos para la salvación espiritual, aunque solo uno, el elegido, que representa a la derecha,  el PP, sirve y legisla a tal fin. Si el partido por el que hacen votos es corrupto (el que esté libre de pecado que tire la primera piedra), se reza por su regeneración y, por caridad cristiana, se le perdonan los pecados.

A nadie puede sorprender que, tras la Transición, la hegemonía de la derecha en Galicia se mantenga firme como una roca sin fisuras desde 1978. Como tampoco que cuanto más rural es una provincia, Lugo y Orense lo son comparadas con Coruña y Pontevedra (boinas y birretes), más respaldo electoral obtiene la derecha monolítica.

 

                           José Antonio Quiroga Quiroga