El
encausamiento judicial de Dani Mateo, parodista del programa de humor crítico de
La Sexta, El Intermedio, a raíz de la denuncia de la organización Alternativa
Sindical de Policía por ultraje a los símbolos de España con publicidad, al haberse
sonado los mocos en público con la bandera española, ha levantado cierta
controversia social en un momento socio político delicado por el catalanismo
separatista y la guerra entre banderas como símbolos de patria e identidad nacional.

El
acusado de protagonizar el acto, (mero empleado de la cadena que solo sigue los
guiones aprobados por sus superiores) ha
tratado de refugiarse, además de en el silencio guardado en sede judicial, en la inocencia del humor candoroso e infantil
del payaso tradicional diciendo: “estamos llevando a un payaso ante un juez por
hacer su trabajo”. El humor, mayormente el crítico-satírico, no es intrínseca y
necesariamente inocente. Ni tampoco, en cuanto burla y/o agravio, inofensivo.
Entiendo que cabe hacer mofa de las características personales y de conducta de
cualquiera por encima de la respetabilidad institucional que corresponda, bien se trate de un rey o el mismo
papa, pero me resulta imposible
encontrar algo de jocoso, criticable o despreciable en un objeto, que merezca ser
utilizado para provocar risa, al menos risa inteligente. Tampoco, o menos, si
el objeto tiene la respetable cualidad de símbolo de una bandera. Sonarse los mocos con una bandera no tiene
gracia tanto si se la considera simple tela (llamarla trapo tiene claras connotaciones
despreciativas), o símbolo. En cuanto símbolo solo cabe concluir que el gesto, carente de todo sentido humorístico,
es esencialmente de naturaleza político-ideológica,
con capacidad e intencionalidad de agraviar y ofender, no al símbolo como objeto, sino a lo que
representa y a quienes la reverencian.
No
resiste el más mínimo análisis ese otro argumento exculpatorio del incriminado:
“si la ficción es materia judicial, Javier Rey (actor de Fariña) debería pasar
por el juzgado por narcotráfico”. El
Intermedio no es ficción, es crítica humorístico-ideológica, real. Ficción
pura, por ejemplo, es la publicidad; sin embargo, ninguna empresa se atreve a denigrar
un producto de otra empresa, porque sabe que será denunciada.
No
le faltaron defensores al acusado, principalmente compañeros de profesión, como el actor Echanove, entrevistado al
respecto en La Ser, que aparte de recurrir a la libertad de expresión como
dogma que todo lo justifica, expuso, entre otras consideraciones, lo siguiente, “…cuando hay
una ciudadanía ejemplar y unos políticos de mierda, empiezan las amenazas y las
censuras…”. El código penal actual, que obliga a los jueces, no se debe a los
políticos del momento, sino a otros anteriores más respetados. Tan inexacto, por
no decir injusto, es el ensalzar a la ciudadanía, en general, a la categoría de
ejemplar, como el tachar de mierda a
todos los políticos. Sin embargo, sí me atrevo a calificar de humor de mierda a
lo que la Sexta llama “Gag fallido”. Hay una importante diferencia entre el hacer
reír con algo y el reírse de algo.
Solía
ver El Intermedio, aunque últimamente me producía cierto hastío. La puntilla me la dio
la emisión comentada; sirvió para percatarme de que me estaba acostumbrando a la
vulgaridad tendenciosa.
José Antonio
Quiroga Quiroga