La oposición tudense acude a los
plenos cargada de resentimiento por la moción de censura (sigue sin asimilar las reglas de la
democracia), y, sin pudor alguno, la va volcando en el desarrollo de las
sesiones, cada cual conforme a sus características personales.
Los plenos, viscosos como las
babas de hiel que van soltando los sabuesos infatigables, se enfangan en debates y disertaciones puntillistas
interminables, las más de las veces fuera de contexto, de modo que contenidos sin
aparente complejidad hacen que se prolonguen hasta el límite de las doce horas
de la noche.
El de ayer (25/01/2018), como
viene siendo habitual últimamente, fue uno de esos, con final escandaloso
protagonizado por un Capón desarbolado, reincidente en desacatos y desórdenes.
Muy bien por parte del alcalde,
educado, correcto, permisivo, diría que en exceso, e inteligente en las
respuestas.
He aquí el perfil-retrato de sus protagonistas, y
breve crónica del último pleno:
Laureano Alonso (Son de Tui): Persona en la que convergen en
coherente armonía la vulgaridad de presencia con la ordinariez de palabra. La
característica que mejor lo define es el barullo y dispersión mental, y la
querencia por la difamación, descalificación e insulto personal. No reparó en esta
sesión en acusar gratuitamente al alcalde de mentir. Un trol de la política.
Enrique Cabaleiro (PSOE): Cetrino, enjuto de carnes, semblante
severo de mala bilis, y poseedor de un cinismo medular, rumia secamente la amargura del
desalojo, como quien masca chicle, con constantes gestos de incomodidad, que
luego escupe mediante pronunciamientos apocalípticos. Utiliza con pasmosa
ligereza un variado catálogo de calificativos peyorativos: tropelía, dislate,
lodazal, despropósito, atropello, desvarío, “trapallada”, etc., seguidos de inelegantes
autoalabanzas sobre su gestión. Esmerado publicista de su gestión, cantó anticipadamente
en dos ocasiones (diciembres de 2016 y 2017) el gol fantasma de la apertura de
la calle Orense, cuando el juego todavía se desarrollaba en terreno propio.
Toda su labor en dos años y tres meses
se resume en trabajos previos, y nada concluido, salvo esas “cousas” relativas
al mantenimiento. Contrariado por
haberse afinado a la baja la cuantía de la licitación del servicio de limpieza,
defendió que las licitaciones deben ser “golosas” para los empresarios
concursantes, a riesgo de que se presenten menos candidatos. Mostró preocupación
por la probable baja del número de potenciales adjudicatarios, pero ninguna en
regarles abundantes beneficios. Apreció premura en aplicar al concejal de
Cultura y Patrimonio la asignación por dedicación a la concejalía del concejal saliente
del PP, calificando algo tan razonable de “despropósito”.
Este concejal, ahora, muestra desconocidas
virtudes de oráculo, eso sí, solo con capacidad para pronosticar los desastres
que le aguardan a este Gobierno.
Yolanda Rodríguez: Mano derecha del anterior, y mandona por
naturaleza. Es la encarnación de la pedantería ejercida con ceremoniosa
parsimonia, y especialista en la presunción de descubrir Mediterráneos.
Aperturista, en cuanto que llama “aperturar” al hecho de abrir la calle Orense.
Soporta mal la escasa intervención en los plenos, lo que acentúa su proclividad
a interferir el turno de palabra de otros intercalando comentarios. Algo de lo que ya pecaba cuando
se encontraba entre el público asistente a los plenos. Ahora ocupada en labores de asesoramiento del alcalde (PSOE) de Gondomar.
BNG: Como no aprecio mayor diferencia cualitativa entre sus dos
representantes, los identifico bajo las siglas de su partido. Mortecinos, pobres en recursos de expresión y de argumentos.
Participación discreta y a rebufo de la línea de los demás partidos.
Capón Rey (Altenativa Tudense): Un dinosaurio, o más concretamente, un “tiranosauro”
revenido de la política. Como alcalde que ha sido, tiene un historial lamentable de
actuaciones urbanísticas que han estrangulado a la ciudad de Tui de manera irreversible. Demagogo compulsivo y
conspirador permanente, ejerce de abuelo-hemeroteca de la Corporación, y trata
de dulcificar su fama de dictador con chascarrillos y gracietas que va soltando
en los plenos, precedidos de sus propias risas. Acusa a los actuales miembros
del Gobierno representantes del PP (partido éste en el que militó y con el que
alcanzó a la alcaldía), de padecer del pecado original cometido por sus
antecesores (entiéndase, exalcalde Antonio Rocha) al responsabilizarlos de
actuaciones de las que no son autores ni
partícipes, y trata de imponerles su particular penitencia. Le gusta el poder como
objetivo en sí mismo, como realización personal y por el prosaico hecho de
disfrutar mandando.
Posee extraña o interesada manera de razonar,
como la manifestada en este pleno del 25/01/2018 acerca de las asignaciones a los concejales delegados. Dice, para tachar de incorrecta la pretendida al concejal de Patrimonio y Cultura, que dichas asignaciones "se adjudican al cargo, y no a la persona, ¿te enteras?". Como no hay cargo sin persona que lo desempeñe, la asignación recae en la persona en quien asume el cargo y la responsabilidad derivada; de lo contrario, el sueldo se le da a un puesto (en Inglés, position) o cartera, que no es otra cosa que una figura laboral.
Carne de moción de censura (lleva
dos en su haber), se encuentra descolocado y contrariado. Sin sitio que le
satisfaga, ni consuelo, últimamente pierde los papeles con suma facilidad, pese
a su provecta edad y veteranía como legionario de la política curtido en mil
batallas. Tal es así que ya fue
expulsado una vez de la sala de sesiones, y en la última y reciente habría
sumado otra, pues una vez finalizado la misma y durante el turno de Ruegos y
Preguntas del público, se levantó alborotado de su escaño, y se aproximó a la
posición del alcalde para increparle desaforadamente porque consideraba que no
le estaba respondiendo al ruego de un asistente que demandaba debates públicos,
de políticos y ciudadanos, del estado del municipio, no sin antes proclamar, en
tono de desafío al alcalde, “ahora no
puedes expulsar”.
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Capón Rey acosando al alcalde |
Esta oposición es tan
hipercrítica y se siente tan dueña del Gobierno que incluso se atreve a
indicarle al alcalde cómo tiene que responder, y a la Secretaria cómo actuar
Y el público asistente, una
media de treinta vecinos, la mayor parte incondicionales de los partidos en la
oposición, y condicionados por su ciega adhesión inquebrantable, parece que solo va a
los plenos a disfrutar del espectáculo riendo y jaleando con sus aplausos las
escenas chocantes.
José Antonio Quiroga Quiroga