jueves, 18 de junio de 2020

¿Se restablecerá el impuesto de Plusvalía en Tuy?


Cuando la oposición reprobó al exalcalde Padín la eliminación del impuesto de plusvalía en el municipio, y no le faltaron razones económicas para oponerse, se  presumía que, si recuperaba el poder, dicho tributo sería restablecido. Sin embargo, cumplida la primera hipótesis, nada invita a pensar que tal cosa vaya a suceder, pese a los menguados presupuestos de que dispone el Ayuntamiento desde la aprobación en 2012 de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, y que se contraerán más con el descenso seguro de la recaudación a causa de la crisis causada por la pandemia.

Recientemente, el alcalde, Enrique Cabaleiro, lamentaba, durante una sesión plenaria, que, “muy poco se puede hacer con unos presupuestos tan bajos”. Tal declaración venía avalada por la insignificante partida  de  48.000 euros para inversiones, prevista en el presupuesto de 2016, único aprobado durante su primer mandato, de dos años y medio de duración.  Algo menos de 100.000 consignó el exmandatario Padín en su  presupuesto de 2018, todavía vigente. Por cierto, la eliminación de este impuesto no guarda relación alguna con la ideología liberal de C 21, partido al que pertenece el referido exregidor, sino que se debió a una medida de carácter netamente populista. Pero en absoluto inocua, ya que reduce sensiblemente la recaudación municipal y  la capacidad  de la Administración pública de redistribuir la riqueza  generada con el aumento del valor de los inmuebles (plusvalía), mayormente terrenos ordinarios convertidos en solares, como consecuencia de la aprobación de planes urbanísticos;  de obras  de acondicionamiento y mejora de zonas urbanas; o la implantación de servicios. Nada más procedente y justo que el Ayuntamiento reclame un porcentaje de ese aumento del beneficio no ganado por los propietarios, que se enriquecen, sin que se deba a su inversión o esfuerzo particular, sino a la emanación indirecta de las actuaciones de interés público promovidas por los gobiernos municipales.

Como, en general, toda acción política se supedita al grado de rentabilidad electoral y al corto plazo, resucitar un impuesto, por muy procedente que sea (la  plusvalía es el tributo socialmente más justo de todos los impuestos, que, además, solo se exige cuando se transmite una propiedad, es decir, cuando se recibe dinero por la transacción), es medida impopular que  casi ningún mandatario se atreve a tomar, porque la primera prioridad es tratar de conservar el bastón de mando. Por igual sentido de  rentabilidad política la oposición tampoco reclamará el retorno de dicho tributo.

La gestión y ejecución de un solo PERI (Plan Especial de Reforma Interior) a iniciativa del Ayuntamiento, en aquellos casos singulares en que se considere  manifiesta incapacidad de la iniciativa privada  para llevarlos adelante, reportaría sustanciosos ingresos en concepto de  plusvalías (en Tuy hay escasez de vivienda), que proporcionarían financiación para acometer otro más, y así de manera encadenada, generando riqueza y desarrollo. Pero el Gobierno, cómodo en su inacción, prefiere complacer a determinados propietarios, de perspectiva corta, concretamente de San Bartolomé, que protestan porque pagan el IBI por terrenos afectados por este tipo de figura urbanística sin que, de momento, se pueda construir,  anunciando la eliminación de los mismos, sin que importe que se altere el PXOM y se hipoteque, de manera irreversible, el orden urbanístico y crecimiento racional de la ciudad.

Con medidas populistas es imposible salir del letargo imperante, ni pretender que el crecimiento futuro del casco urbano se realice bajo las directrices  del buen criterio  urbanístico,  sin más horizonte que las obras que  realicen en Tuy la Xunta, y la Diputación, además de lo que se consiga de los fondos europeos, cada año menos dotados, ya que con  recursos propios a lo máximo que se puede aspirar no va más allá del mantenimiento decente de las instalaciones y espacios públicos.

 

                               José Antonio Quiroga Quiroga