De pronto, en
Tuy, se instaló el circo. Eso sí, sin animales. No cabe incluir en ese martirizado
conjunto a un tiranosauro rey de la política local, protagonista destacado en
el espectáculo que ofrece la troupe dirigente. Trileros, tahúres, malabaristas
y funambulistas de baja estofa, enzarzados en una función de enredo y suspense,
cuyo primer acto ha sido prometedor, amenizarán el final del verano en la
Eurociudad, que en Galicia es una
verbena permanente.
Las mociones
de censura siempre generaron mucha expectación pese a que tienen mal cartel.
Pero forman parte legítima del juego democrático, y no necesitan de mayor
justificación. Basta con reunir el número de votos suficientes y creer que el nuevo gobierno lo hará mejor que el destronado,
sin necesidad de entrar en valoraciones de si el desalojado lo está haciendo
bien, regular o mal. Tan legítimo es un gobierno salido de una moción de censura
como el formado por una amalgama de partidos de ideologías tan diversas como difícilmente
compatibles. Sobran, por groseras, las descalificaciones a los promotores, y
las autoalabanzas, por inelegantes y subjetivas. Están demás las acusaciones de
falta de seriedad de los partidos que la respaldan, y las que
apuntan a motivos de interés particular y no público. ¿Acaso en el deseo de
participar en política no anida, además del supuesto espíritu de servicio público,
la erótica del poder, el ascenso en el seno del partido en el que se milita, el
atractivo de un mayor relieve social y consecuente ampliación del circulo de
relaciones personales, el valor de la información privilegiada, la mejora laboral y salarial o la obtención de
un apreciable complemento, etc.? Fuera, pues, las declaraciones de parte, asúmanse
con sobria discreción las mociones de censura y déjense para la ciudanía los
juicios de valor.
Solo un buen malabarista
puede poner coordinar el movimiento de cuatro bolas de distinto tamaño y naturaleza política, que
abarcan todo el espectro ideológico: el ala derecha, representada por
Alternativa Tudense; el centro izquierda, representado por el Psoe; un partido
neutro, asexuado, Son de Tui, cuyo único representante, proveniente de la
izquierda nacionalista, no sabe ahora en qué lugar ubicarse; y la izquierda
bravía, representada por el BNG. Si no
se posee suficiente carácter, capacidad de liderazgo, y tampoco mañas de malabarista,
lo predecible es que se acabe de funambulista caminando en la cuerda floja.
Pero resulta
que el circunstancial funambulista de la Casa Consistorial muestra guiños de
trilero al esconder una bola clave en todo este juego, diciendo que el gobierno
municipal, su gobierno, “funciona con normalidad, ajeno a intrigas”, cuando
sabe, como es de dominio público, que en casa tiene a un experimentado tahúr, al
que obsequió de principio con demasiados triunfos, que juega con dos barajas.
Después de
celebradas las elecciones, cuando se negociaban las delegaciones para formar
gobierno, recuerdo oírle decir, a quien luego fue elegido regidor, que si no salía
alcalde no pasaba nada; y lo mismo, que
no pasa nada si dejaba de ser alcalde, tiempo después, en uno de los primeros
plenos cuando se oyeron por primera vez los aleteos de una moción de censura. A
juzgar por el nerviosismo mostrado, diría que el alcalde sufre de vértigo por
el vacío que se abre bajo sus pies, y de amnesia por la falta de coherencia.
En el aspecto
personal, señor alcalde, no debería
pasar nada si la moción de censura prospera, pues siempre le queda su pueblo
natal para, con mayor pasión, si cabe, que la volcada en Tuy, retomar
la actividad política y ejercitar su
espíritu de servicio público en favor de sus paisanos.
José Antonio
Quiroga Quiroga