domingo, 24 de junio de 2012

El PEPCHA de Tui




En el inicio del período de alegaciones al Plan Especial de Protección del Casco Histórico Artístico de Tui (PEPCHA), el concejal del casco histórico pidió colaboración ciudadana para sacarlo adelante. Sin embargo, las casi dos mil firmas de rechazo al tráfico rodado de salida del aparcamiento proyectado en los terrenos de deporte del Seminario Conciliar, atravesando el Paseo de la Corredera, ha llevado, ¡ay!, a este chico pródigo y  prodigio en salidas de patas de banco, a  desmentirse diciendo, “la gente no sabe lo que firma”. De semejante manifestación, cabría deducir por extensión correlativa,  aunque nunca se atrevería a tanto este  protagonista de numerosas “delicias” edilicias (relativo al cargo de edil), que la gente no sabe lo que vota. Pero no descarto, a la vista de cómo se van retratando algunos concejales de pobre gobierno, de que sí sabiendo la gente lo que vota, no sepa a quién vota.

El aparcamiento citado está mal ubicado, y darle salida al mismo atravesando  el lugar de encuentro por excelencia y ejemplo de nuestro mejor urbanismo, es un error mayúsculo que atenta contra su vocación peatonal. Me indicaba, acertadamente, un amigo, que el lugar adecuado a tal fin, por ubicación céntrica, extensión superficial y conexión directa con la carretera nacional, son los terrenos ocupados por las piscinas municipales y las pistas deportivas del casino. Cabe, pues, reubicar ambas instalaciones y ajardinar la cubierta de los forjados de las plantas de garaje, cuyo perfil escalonado se adecuaría a la orografía del terreno. Del mayor coste de este planteamiento tiene la culpa la tradicional política de improvisación y a salto de mata, que cercena toda capacidad de ordenación urbanística.

El PEPCHA de Tui llega tarde, pues, como me dijo tiempo atrás la arquitecta jefe de Patrimonio, “ahora xa non hay nada que protexer”, refiriéndose a las construcciones ilegales levantadas en la antigua Zona de Respeto vulnerando la ordenanza cinco, que prohíbe las alteraciones de volumen en ausencia de un Plan Especial, y porque se perdieron las ayudas europeas para rehabilitación de cascos históricos. Pero, además, su acción protectora se ve gravemente empañada al proteger a estos y otros edificios ilegales (“Beira Miño”, sentenciado con demolición,“Kiwi”, el voluminoso inmueble de las antiguas viviendas de la Marina, etc.) declarándolos “en ordenación”. Es chocante, también, la justificación del equipo redactor de no recuperar el baluarte  del Olmo: “non é posible a súa recuperación salvo coa reposición dunha morea de terra”.

Los beneficios de este Plan serán imperceptibles a medio plazo, salvo la mayor rapidez de tramitación de licencias, y la amnistía urbanística para los inmuebles de propiedad en origen de los poderes fácticos locales. Ni siquiera la peatonalización del casco histórico será efectiva en este período.

  La dificultad de la ciudadanía de disponer de tiempo y especialización necesarios para poder entender y  estudiar la extensa y compleja documentación de un Plan, es utilizada por los políticos para hacer favores a los suyos, además de para cometer atropellos personales y urbanísticos.



                                       José Antonio Quiroga Quiroga