sábado, 4 de diciembre de 2021

El arzobispo Lago, desplazado y arrinconado

Para más pena que gloria, la escultura del arzobispo Lago, cuyo retablo de fondo era un tramo despejado de muralla de la calle Ordóñez,  ha sido retirada de su posición original y colocada en un rincón en esquina, deslucido, de ángulo sombrío y fondo desconcertado, que forma  la medianera de una casa de vivienda en su encuentro con el extremo norte de dicho baluarte. El recodo generado, una vez que de allí se retiraron las dos jardineras de mampostería  que disimulaban la pobreza e insignificancia de ese espacio residual, mostró, en su diáfana desnudez, la marginal condición del lugar. El alcalde Cabaleiro justificó el traslado al objeto de “poner en valor” ese tramo de muralla, con absoluta desconsideración a la dignidad de la imagen del religioso tudense, al que su ciudad quiso ensalzar. Tanto el regidor municipal como la delegada de jardines, eminentísima y suficientísima  Yolanda Rodríguez, se sirvieron del conjunto escultórico, que estaba a mano, para tratar de dotar de cierto decoro a un espacio muerto a costa de achicar la principalidad del arzobispo y literato. La muralla, "liberada" de la interferencia visual de la escultura,  se “pone en valor”, pues,  gracias a que, en ambos extremos se sitúa un cortejo de acompañamiento, categóricamente incompatible y asimétrico, en permanente diálogo surrealista de incomparables: en la siniestra, el conjunto escultórico del arzobispo Lago; en la diestra, una batería de contenedores de basura. Se han dispuesto tres focos al pie para iluminar el conjunto,  pero este no ocupa lugar focal.

Ubicación actual


                                                                Ubicación original

Solución al rincón en esquina antes del traslado de la escultura

Quienes vean en este nicho una especie de hornacina, sepan que no se trata de la bóveda celeste con que simbólicamente éstas rematan, la que bendice al acogido, sino la covachuela que, con su umbría y denostada condición, lo baña y degrada. Los rincones tienen mala nombradía,  y suelen oler mal. Evocan lo subalterno y cutre; a ellos van a parar los deshechos y toda clase residuos. En refuerzo de tal innoble carácter,  unas  piedras sobresalientes de la pared medianera, sin entidad física ni valor alguno, restos de humildes casas demolidas no hace mucho, han sido dejadas cuales vestigios arqueológicos dignos de conservación, para respaldo desvencijado de la escultura, formando un antiestético recodo,  a la vez que escondrijo, que, para colmo de infortunios,  invita a pensar que será lugar oportuno para alivios nocturnos furtivos, cuales "ofrendas" indeseadas, en caso de apreturas físicas.

Batería de contenedores como cortejo de compañía.

Escondrijo-escusado

El desplazamiento e innoble confinamiento de la imagen del arzobispo Lago en un rincón, con olvido de la elemental regla protocolaria debida a una personalidad de ocupar lugar preferente, representa la metáfora, quiero creer que involuntaria, aunque el subconsciente nunca duerme, del acoso  y marginación  que está sufriendo la Iglesia en España.

 

                                   José Antonio Quiroga Quiroga