Cuando el destino del arte conceptual es público, el
fracaso acecha las más de las veces porque no suele llegar al público. Suele
ser así porque la general incomprensión de este arte abstruso y enigmático es
cobijo propicio del fraude en el que incurren aficionados sin talento y
mediocres atrevidos, tras descubrir que la única forma posible de granjearse
prestigio y de tratar de ponerse a la altura de los artistas reconocidos,
consiste en elevar, hasta casi igualar, el montante de sus honorarios.
No puedo afirmar que el “embellecimiento artístico” de
la rotonda que acaba de ejecutar el Gobierno municipal de Tuy en el desvío de
la carretera nacional hacia Guillarey-Caldelas, sea un lamentable ejemplo más de timo de la estampita, pero sí que se trata de un
auténtico e indiscutible fiasco. Nada hay en los dos paralelepípedos de acero,
que como dos piezas subalternas escoltan a la farola, verdadera protagonista
por altura y centralidad, que remita siquiera remotamente a ningún “elemento
representativo de la ciudad”, ni tampoco que se identifique como algo “diferencial”,
al margen de lo que Ayuntamiento
entienda por diferencial, enigma este todavía no revelado. Sin embargo, alguien, de mirada extravagante,
ha querido ver en los dos volúmenes de acero la alegoría de “dos columnas catedralicias”; y no de jaulas
o contenedores industriales, o de pilastras
cualesquiera, pese a que no existen
columnas de estilo catedralicio, y a que solo recibe tal nombre lo
perteneciente o relativo a una catedral.
Por las catedralicias, hasta camuflarlas, trepará una “parra”, es decir, una vid, pues no existe más parra que esta, aunque sí emparrados, comúnmente de estructura horizontal, para desbaratar así la ya cuestionada representatividad e identificación, aunque, eso sí, de este modo se integrarán en el entorno verde de extrarradio como dos masas de vegetación más, de las muchas que existen en el lugar.
Por las catedralicias, hasta camuflarlas, trepará una “parra”, es decir, una vid, pues no existe más parra que esta, aunque sí emparrados, comúnmente de estructura horizontal, para desbaratar así la ya cuestionada representatividad e identificación, aunque, eso sí, de este modo se integrarán en el entorno verde de extrarradio como dos masas de vegetación más, de las muchas que existen en el lugar.
Rotonda "embellecida"
Para reforzar la representatividad, el proyecto
contempla otra pieza de acero, que “emulará” (RAE: Imitar las acciones de otro
procurando igualarlas e incluso excederlas; la similitud fonética con la
palabra simulará la llevó por mal camino), la muralla tudense; sin embargo,
dicha pieza, una chapa vertical de aproximadamente 40 centímetros de altura,
colocada en parte del perímetro de la
rotonda (un serio peligro para ciclistas y motoristas en caso de accidente), no
sigue la traza de las casi desaparecidas murallas de Tuy, sino más bien imita la de
las murallas de la población vecina, Valença do Minho.
El resultado, pobre, desconcertante, ininteligible,
desprovisto de carácter, de significado, de representatividad y cualidad estética, en modo alguno y
bajo ningún concepto justifica el coste de 48.000,00 euros.
La concejala responsable, resuelta como es ella, cuando
decide aventurarse en jardines, se mete en todos los posibles: en el del lenguaje,
en el de los conceptos arquitectónicos, en el formal-estético y en el económico.
¡¡¡BINGO!!!
¡¡¡BINGO!!!
José
Antonio Quiroga Quiroga
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