jueves, 26 de noviembre de 2020

El declinar del ámbito del Paseo de la Corredera

A  ritmo lento pero sostenido, de manera casi imperceptible, como a hurtadillas, la vida residencial y comercial se va apagando en el corazón de Tuy, en el eje urbanístico y escaparate social del espacioso ámbito del Paseo de la Corredera. Y con ellas las luces de las viviendas sin habitar y la iluminación de los locales cerrados que tanto animan las calles.

Se sabe que el principal  enemigo de los cascos históricos es la despoblación; y el del ámbito de la Corredera la deserción del comercio, además de la ausencia de moradores en buena parte de sus inmuebles, algunos ruinosos y abandonados.

La pandemia del coronavirus, y la precipitada y mal resuelta peatonalización de la mitad de la calle Calvo Sotelo, aneja al citado paseo, se juntaron para, de repente,  abrirnos los ojos de golpe, y percatarnos del lamentable camino emprendido hacia la decadencia del principal escenario de la vida local. Ha sido retirar las terrazas y descorrerse el velo que cegaba la visión del vacío panorámico, de la desnudez comercial en que ha ido sumiéndose el espacio urbano más representativo de Tuy.

No descubro nada nuevo diciendo que el comercio se rige, fundamentalmente, por el principio de economía: no solo de precios de los productos, sino también de desplazamiento y tiempo invertido en las compras. La dispersión de establecimientos comerciales, atenta contra la prosperidad de los mismos en cuanto que exigen al consumidor idas y venidas a distintas calles y rincones de la población. El éxito de las grandes superficies reside, en buena medida, en la concentración de la oferta, al revelarse práctica y cómoda. La progresiva desaparición de tiendas en el ámbito de la Corredera opera en contra de la supervivencia de las existentes por estar, conforme pasa el tiempo, más apartadas de los itinerarios comerciales emergentes.

La “Corredera” debe convertirse, pues, en la gran superficie comercial abierta, porque reúne centralidad y condiciones ambientales para concentrar una oferta variada que cubra las expectativas de compra de sus habitantes. De lo contrario tendrá que resignarse a afrontar un futuro sombrío sin más esperanza que la triste y raquítica subsistencia.

Varios son los factores y agentes que abocaron el comercio local al angustioso declive en que se encuentra en el momento presente, que, dejando a un lado imponderables como la crisis económica y las cinco grandes superficies que los gobiernos locales han propiciado que se instalaran en las afueras del casco urbano, y a los que hay que encarar  para tratar de revertir la tendencia. No voy a detenerme en la parte de responsabilidad que le toca asumir a los profesionales, que deben hacer un análisis de sus propias limitaciones personales y de cómo vencer cierta inercia costumbrista  que ralentiza la  incorporación a los nuevos tiempos, ni tampoco de la política de precios de los propietarios de locales en alquiler. Pero sí en exponer de qué modo el Ayuntamiento, como parte beneficiada de la actividad comercial en cuanto recaudador público, puede y debe colaborar en tratar de reanimar la  deprimida zona de la Corredera a través de la fiscalidad y las ordenanzas urbanísticas, al amparo de que la “Corredera pertenece al recinto histórico: a saber, bonificaciones significativas en el impuesto por licencias de actividad, y reducción de tasas; y aplicación de la ordenanza de ornato (que habrá que rescatar del cajón del olvido en que fue depositada desde el mismo día de su aprobación) a las fachadas de los edificios en situación de  abandono,  exigiendo la colocación de carpintería en  los huecos exteriores tapiados, y  la renovación de aquella muy deteriorada; además de reformar la ornamentación  vegetal, que crece asilvestrada  en toscos maceteros-catafalcos, que la delimitan de la calle Calvo Sotelo.

Al respecto del ornato inmobiliario, procede recordar que el marco urbano en el que se desarrolla el teatro de la vida, la envolvente estética que conforman las fachadas de los inmuebles, es decir, la imagen que proyecta toda  ciudad, en cuanto bien del que participa la comunidad en su conjunto, no es de entera propiedad y libre disposición de sus titulares. Su carácter público dimana del hecho de estar sujeta a las ordenanzas urbanísticas municipales. Corresponde, pues, a la  Administración local, en la medida de sus facultades legales y capacidad económica, velar por la preservación de la dignidad estética de los inmuebles y la prosperidad de los contribuyentes.

   Finalizo este escrito con el reportaje fotográfico de los 23 locales comerciales cerrados, prácticamente el 50 % del total de 47 que existen en el ámbito referido. Incluyo en el listado el edificio del anterior palacio de justicia sin función determinada, y la planta baja del cuerpo de ampliación del seminario, porque mantengo la idea de que el Ayuntamiento, como propietario de ese enorme edificio infrautilizado, debería segregar esa parte, y convertirla en locales comerciales, para ofrecerlos a emprendedores con alquileres reducidos, para así dotar de vida y animación a ese gran tramo muerto que ocupa el conjunto edificatorio del seminario y la iglesia de San Francisco.

Pero antes deseo expresar mi pasmo y curiosidad por la causa del arrobado encantamiento, por ese incesante y renovado maravillarse que cautiva el espíritu de esa legión de devotos tudenses cada vez que se exhiben imágenes en las redes sociales de las contadas y archiconocidas singularidades patrimoniales locales, que son acogidas con general aplauso, como si de nuevos descubrimientos se tratase. Quizás esa unánime reacción obedece a que solo quieren tener ojos para lo que les dignifica y rescata de la decadencia del presente y de la irrelevancia pueblerina.  



 





















José Antonio Quiroga Quiroga




1 comentario:

  1. De acuerdo en todo.Pero se olvidó de hablar de Amazon, para mí el responsable número uno de la desaparición del pequeño comercio.Esta empresa declara lo que le da la gana,y dónde quiere,y sus trabajadores están explotados y aún lo estarán más.

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