¿Cuáles son las razones para abandonar la clásica y solemne antefirma, EL ALCALDE, con que rematan los escritos oficiales de cualquier ayuntamiento, y remataban los de anteriores alcaldes de Tuy hasta hace poco, por la redundante, populista y pegajosa familiaridad, O VOSO ALCALDE? tal y como el actual, Enrique Cabaleiro, gusta de presentarse e identificarse, y tal y como consta en el reciente bando, con ocasión de la festividad de Todos los Santos, en el que publica las normas a guardar para evitar contagiarse de coronavirus.
No debe estar muy seguro de serlo de todos (y de todas), cuando necesita recalcarlo, aunque de manera reñida con la formalidad al uso, cada vez que se dirige por escrito a los tudenses. No lo es porque él mismo no se considera alcalde de ciertos colectivos y/o personas que se muestran críticas con sus actuaciones, ni de los simpatizantes de otros partidos políticos. Tampoco lo es de determinados grupos o individuos, en concreto, los por él bloqueados en las redes sociales, porque no lo aceptan como tal debido a este comportamiento impropio de un demócrata.
Cualquier persona, con cuenta abierta en una red
social, está
legitimado, en cuanto particular, para, de entre sus amigos virtuales, eliminar y bloquear a aquellos
que no le resultan simpáticos. Pero
cuando la dimensión privada queda invadida por la pública, y a ella supeditada, como es el caso de los
regidores de ayuntamientos, en que todos sus actos, tanto oficiales como privados, son
juzgados bajo este prisma dominante, la referida legitimidad del acto de discriminar a
determinados ciudadanos queda desplazada por el mayor peso del calibre ético y democrático de la acción emprendida. No
cabe, pues, considerar como comportamiento ético en un alcalde, que en su
cuenta de Facebook dialogue con aquellos que formulan sugerencias y opiniones favorables a su gestión municipal, pero a quienes la cuestionen, les corte bruscamente y sin contemplaciones la comunicación borrándolos de la lista de amigos. No es la elegancia de
espíritu cualidad que asome en su trayectoria política.
En todo caso,
reconozco que, a aquellos ciudadanos a los que se dirige, debe resultarles
enternecedor, entrañable y reconfortante, por la cercanía y espíritu paternalista de la singular antefirma, saber que tanto en la necesidad material como en la espiritual no están solos, que un ángel de la guarda a
sueldo, “o voso alcalde”, les protege y acompaña incluso en esta fecha
profundamente emotiva, al tiempo que desoladora, como el día de los Difuntos.
Tuy exige que sus alcaldes tengan un poco de clase, un poco de estilo. Solo un poquito, un poquito na máaaaaa...¡hombre!
Inevitablemente
suyo afectísimo,
José Antonio
Quiroga Quiroga
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