sábado, 9 de mayo de 2020

La remodelación de los jardines Troncoso


La concejala del ramo va de laurel en laurel. Del éxito sonado de la rotonda de las torres catedralicias a la delicia sensorial del pensil cartesiano en que han devenido los antaño románticos jardines Troncoso. En campo abierto no tiene parangón.

El nuevo diseño obedece, según declaración de la delegada responsable, al deseo de “potenciar la condición de lugar tranquilo y crear un espacio sensorial mediante la combinación de plantas especialmente escogidas”.

Panorámica de la remodelación realizada

Acceso central

Parterres con banco espartano integrado

Entiendo que la pretendida tranquilidad a mayores se consigue en casa tomando infusiones de la melisa toronjil que crece en las casillas de alguna de las cuadrículas en que se dividen los contenedores que componen el damero de hierro ajardinado, con bancos de piedra integrados. No es precisamente la melisa planta que destaque por sus cualidades ornamentales, sino por sus propiedades sedantes. Y que la aludida sensorialidad del espacio apela al sentido del olfato, que no al estético, ya que, aparte del mirto dispuesto de manera absurda y arbitraria en uno de los lados de cada rectángulo del damero, las tres plantas restantes que conforman el ajardinamiento son, tomillo y dos variedades de lavanda (officinalis y santolina magonica). Plantas aromáticas todas ellas, de flores diminutas, aunque no se percibe fragancia alguna sin violentarlas.

Plantación  de melisas

Plantación de tomillo


Sembrado de cortezas de árboles


Mi personal e intransferible sensibilidad me alerta del simplismo ramplón, de la sosería  del conjunto, y de la  nota de aridez caprichosa de las superficies cubiertas enteramente con cortezas de árboles (metáfora jardinera de las calvas de monte quemadas), que ocupan el  25% de las cuadrículas, extendiéndose incluso a las áreas con plantas, cuyo invasivo tono agostado se hace más patente, con mayor incidencia en los secarrales ocupados por el leñoso y desgarbado tomillo. También me distancia críticamente de la tosquedad minimalista de la fuente “artística”; de ese pequeño paralelepídedo de piedra, con vocación de mero obstáculo en la encrucijada  central de la retícula de pasillos, sin perjuicio de que sirva para  baño veraniego de gorriones. De los ocho escuetos bancos integrados, a uno solo lo acoge  la sombra de un árbol.

Fuente-pila artística



Querido tudense, si  resultase que la estética de diseño de los renovados jardines Troncoso no le complace lo suficiente como para acercarse hasta ellos y darse un paseo por ese rincón natural, lo cual redundaría en mayor quietud del lugar, siempre le quedará la posibilidad de visitar esta especie de vivero o jardín botánico cutre por razones culinarias y medicinales.  

 

                                 José Antonio Quiroga Quiroga

 

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