Incomoda el eufemismo “Nueva Normalidad” con que Pedro Sánchez bautiza la
anormal realidad que nos aguarda tras la devastación sanitaria y
económica causada por el Covid-19 y la penosa gestión de la pandemia de este Gobierno
doctrinario y sin crédito que nos ha tocado. Y exaspera la repetición abusiva del concepto para tratar de que, por familiaridad, se acepte
como normal un escenario surrealista pleno de desconfianzas y padecimientos.
No cabe calificar de normal lo que no es propio del estado natural de las
cosas y de las personas. Lo normalidad
fundamenta su carta de naturaleza en la consolidación histórica. No se trata,
pues, de algo que quepa imponer, de una moda o modo de vivir pasajeros, que es
a lo que remite la pretendida como contradictoria en los términos “nueva
normalidad” del presidente Sánchez, pues nada nuevo y transitorio, que no ha
sido incorporado al conjunto de tradiciones
de una sociedad, deviene en
normal.
No está, ni lo estará, en nuestra manera de ser la convivencia aséptica,
recelosa y distanciada, con nuestros amigos y vecinos, que nos impide compartir
todo aquello que nos produce contento, y
que nos caracteriza como sociedad
extravertida y alegre.
Pedro Sánchez en una de las comparecencias "Aló Presidente" |
Puede que, sin pretenderlo, el
oráculo Sánchez se exprese con propiedad al anunciarnos el advenimiento de la
nueva normalidad. Significaría que tendremos que adaptarnos a vivir bajo
condiciones de precariedad social y económica por tiempo indefinido. El
necesario para que llegue a considerarse estado de normalidad.
Que la providencia, que no nos ha librado de tener un presidente de
Gobierno que nos condujo a la “escalada” a los infiernos, no confíe la responsabilidad
de la “desescalada” a quien no dispone de más recursos que los de tratar de
ocultar la realidad con mentiras y
eufemismos.
José Antonio Quiroga Quiroga
No hay comentarios:
Publicar un comentario