Dado que, a efectos de pronóstico, desplazamiento y prevención, el coronavirus
guarda cierto paralelismo con una ciclogénesis explosiva, me serviré de este fenómeno
atmosférico, que bautizaré como huracán Corona, como ejemplo elocuente para valorar la respuesta dada por el Gobierno
presidido por Pedro Sánchez y su equipo científico de expertos en epidemias.
Imaginemos que la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), conoce que, el
huracán Corona, situado sobre China, por su poder devastador está causando estragos
en ese país. Transcurridos dos meses de seguimiento, conoce también su
avance geográfico y los daños causados en Italia, país mucho más cercano a
España donde la población solo aprecia los
primeros síntomas de su proximidad en forma de moderadas corrientes de viento. Supongamos
que el Plan de Prevención y Vigilancia de Fenómenos Meteorológicos Adversos (METEOALERTA),
en estrecha comunicación con Protección Civil, disponiendo de toda esta
información, nos comunica, a través de
los telediarios de las cadenas de TV del Estado, que no hay motivo alguno de alarma, que
hagamos vida ordinaria. En lugar de recomendarnos que no circulemos por la
calle y nos protejamos en nuestras casas, nos dicen que abramos puertas y ventanas y las ventilemos.
Una escuela de Taiwan
Para ver con mayor claridad el
paralelismo entre el Corona virus y el huracán Corona, dos fenómenos naturales
muy dinámicos, basta con reemplazar
la AEMET por el equipo científico de expertos en epidemias, y Protección Civil
por el Consejo de Ministros, con el presidente al frente.
Las medidas adoptadas por el Gobierno han llegado con retraso culposo. No
ha habido información veraz ni prevención, al parecer, subordinada y aplazada a
la celebración de una manifestación de carácter ideológico. De nada vale ahora
excusarse torpemente con que la situación es dinámica y que nos vamos adaptando
diariamente a la misma, como si una epidemia vírica fuese estática.
José Antonio Quiroga Quiroga
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