En política es
habitual que la mediocridad de un piernas como el alcalde de Tuy, Moisés
Rodríguez, se retribuya de manera desmedida
y obscena. Este chato indocumentado, que carece de palabras, que no tiene
palabra, y que, por caprichoso designio de la providencia, ni siquiera le
socorre la voz: raro registro silbante entre el de jilguero falsete y el de
castrati malogrado, que capitanea el coro mudo del grupo de gobierno, se
embolsa mensualmente 6.437,50 euros provenientes del exprimido sudor de los
contribuyentes.
Este incapaz, que
no ha podido acabar los estudios medios de diplomatura en empresariales, que, ebrio de gozo cual ratón encima de un queso, desparrama
triunfalismo al frente de la empresa municipal, sobresale por su querencia natural por la política social de escaparate, en la que basa sus esperanzas de reelección: llevar
tartas de cumpleaños a las personas centenarias del municipio, confortar espíritus yendo a todos los entierros, excepto a los de miembros de familias que políticamente le caen mal, porque es rencoroso, y posar constantemente
para la prensa, para exhibir ufano, como si de hazañas se tratase, cotidianas eventualidades tales como, personal contratado o la compra de un vehículo. Incapaz, sí, pero sansón
de su hacienda particular, que levanta a final de mes del erario público, sin
mayor esfuerzo físico ni resentimiento de conciencia, 1.071.109,87 de las
antiguas pesetas.
Cierto que esta
elevada suma responde a dos actividades: la de alcalde en régimen de dedicación
“exclusiva”, y la de de diputado provincial. Pero cierto también que
para desempeñar la segunda tiene que faltar a su puesto de trabajo en el
Ayuntamiento, ausencia a mayores de la abandonada delegación de urbanismo que
está causando graves problemas a los solicitantes de licencias, que acaban
interponiendo demanda judicial por daños y perjuicios; y que todo esto sucede en
un país de recortes salariales y de pensiones, y colmado de desempleados. Obviamente, al
pequeño regidor local no le afecta la ley de incompatibilidades de altos cargos,
pero sí la de incompetencia de alta carga para la ciudadanía.
He aquí el
hombre (ecce homo), el alma cándida, siempre en perfecto estado de revista para
comulgar impremeditadamente, cuya puritana moral le permite trampear dos
trabajos sin remordimiento ni escrúpulo, y así cobrar dos sueldos; y cuya falta
de categoría le llevó a permanecer en la sala de plenos, lejos de
ausentarse, y a votar en su favor, cuando debía abstenerse, en el punto del
orden del día que planteaba la
compatibilidad de ambos cometidos con la renuncia a la dedicación exclusiva y acogimiento
a la modalidad de media dedicación. Además, no es solo cuestión de ausencia de ética sino de falta de legalidad en cuanto que ha vulnerado la ley 30/1992 de 26 de noviembre de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, artículo 28. Abstención: "Las autoridades y el personal de servicio de las Administraciones se abstendrán de intervenir en el procedimiento cuando tengan interés personal en el asunto de que se trate o en otro en cuya resolución pudiera influir la de aquél;..." He aquí el hombre (ecce homo) desnudo de
argumentos a merced de la malvada oposición que lo crucifica en los plenos, porque lo único brillante que
sale su cabeza son los reflejos de luz de su lustrosa y despejada frente. Pero Moisés ni
siquiera suda, supera victorioso el calvario agarrándose a las tablas de la ley de la democracia numérica: tantos
votos, tantas razones.
A primera vista
resulta incomprensible que alguien con alias
de estornudo, Chesssss, pueda tener un
sueldo de quitar el hipo, 6.437,50 euros,
y coche oficial para uso propio, pero como estamos saliendo de la crisis, palabra de Rajoy, y prueba ejemplarizante de ello es nuestro
Moisés, referente máximo municipal en ingresos por rentas del trabajo, debemos
reconocer el impagable beneficio del estímulo que su envidiable prosperidad económica
genera, potenciado por la singular particularidad de encarnar la metáfora de
conductor bíblico, sobre todo para el pueblo sabio devoto, que alienta
sobremanera a seguir la estela de quien
ya disfruta a chorros de la luz al final del túnel. Lástima de su falta de
carisma ¡Mecachesssss!
Nota: Sí, sí, no diga, ches, diga yes,yes.
Nota: Sí, sí, no diga, ches, diga yes,yes.
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