A raíz del
escrito reivindicativo, un tanto redundante, “Soy de Tuy, con y griega” de Juan
Manuel Valcarcel, y de la consulta a la Real Academia Española (RAE), realizada
por Gustavo Pérez González, para saber cómo se escribe en castellano el
topónimo actual de Tui, se desencadenó un debate acerca de cuál de las dos
denominaciones debe prevalecer, en el que los defensores de la denominación
con “i” latina, se manifestaron cuales búfalos en embestida.
Considero que
el controvertido tema ofrece varios frentes argumentales, y que como el
carácter intangible del objeto de discusión no permite cuantificar el valor de
cada opinión para dilucidar cuál tiene más peso para imponerse, todo se reduce
a la aceptación de los convencionalismos dictados por el criterio político de
las respectivas Administraciones Autonómicas y el criterio académico de la RAE
en materia de lengua; todo ello sin menoscabo de la libertad individual de
optar por cualquier opción. Sin embargo, quiero aportar mi punto de vista sobre
ciertos argumentos expresados en el desarrollo de la polémica.
Los defensores
del topónimo con “y” griega se basan, fundamentalmente, en la leyenda de que la
ciudad fue fundada por un héroe superviviente de la guerra de Troya. Este punto
de apoyo es rechazado de plano por fantasioso en ausencia de todo vestigio
documental y arqueológico que lo respalde. Dado que el concepto de leyenda
admite a la vez caracteres de verdad no demostrada, y de simple quimera, no se puede asegurar que
tal leyenda sea absolutamente infundada solo porque hasta el presente no se
hayan encontrado pruebas demostrativas. A este respecto conviene aportar, como definitoria, la cuarta acepción de leyenda del diccionario: “Relación de
sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o
verdaderos”. Es decir, que las leyendas nacen y se construyen a partir de algún
suceso real o supuestamente real pero que la transmisión oral deforma y engorda
con el transcurrir del tiempo. En todo caso, cuando las leyendas, fundadas o
no, se mantienen en el tiempo y arraigan, toman carta de naturaleza y se
incorporan con fuerza en la memoria colectiva
convertidas en tradición o cultura particular. Ejemplo paradigmático son
los dogmas y patrañas de todos los credos religiosos elevadas a categoría de
verdades indiscutibles, ante las cuales masas ingentes se inclinan y defienden con ardor. Leyenda es la sepultura de Santiago Apostol en Compostela, y grandes beneficios espirituales y económicos le reporta a la ciudad. De ahí que
considero respetable la defensa de la “y” griega para el topónimo de nuestra
ciudad.
Participo de
la idea de que un mismo topónimo se escriba de diferente manera en función de
la lengua en el que sea expresado, así lo ratifica la RAE cuando se pronuncia sobre cómo escribir Tuy
en castellano, y de la época a la que se remite la denominación de la
localidad. Me parece una cursilería gratuita defender que en castellano se deba
escribir y pronunciar los nombres de ciudades de otros países con los
caracteres y fonética del idioma correspondiente; por ejemplo, Milano en lugar
de Milán; London en vez de Londres; Edembra, por Edimburgh. Respecto al modo de
escribir el nombre de una ciudad cuando se hace referencia a ella en épocas y
contextos anteriores, tengo claro que el topónimo que corresponde es el que se
usaba en ese tiempo. No concibo un libro de historia en la que el autor, relatando
episodios de la antiguo imperio romano, se refiera, p.e., a la actual ciudad de
Tarragona con la denominación contemporánea y no como Tarraco. Por tal razón
considero absolutamente acertada la decisión de los creadores de la página web,
“Fotos antiguas de Tui” de adoptar la forma escrita de “Tuy” por que tal
expresión gráfica está en sintonía formal y ambiental con las fotos de época,
además de corresponder al contexto temporal, académico y de ambientación de dichas instantáneas.
Es cierto que
por ese quítame allá esa paja de una “i” latina o “y” griega “no se cae ninguna
teja de la historia”, pero quien así se ha pronunciado se le fue la azotea y montó en cólera contra
el ministerio de Fomento por rotular “Túi” con tilde en dos señalizaciones de
la autovía de Las Rías Bajas, creo que a
la altura, aproximadamente, de Puenteareas, mostrando su airado rechazo a
través de un escrito en Faro de Vigo, acompañado de sendas fotografías. Y esta misma persona, que repudia la leyenda del origen griego de Tuy, emprendió un viaje a caballo, papiro en mano, desde Braga a Santiago, para abrazar a una leyenda. Sin ser
experto en lingüística, ni nada que se aproxime a ello, creo que los nombres
propios no están necesariamente sujetos a las reglas ortográficas, y por ello
no parece fundamentado asegurar que la palabra “Tuy” necesita de tilde. La
RAE, en contestación a la pregunta formulada por Gustavo Pérez González,
escribe Tuy sin tilde.
Para bien, o
no tan bien, todo está sujeto a los cambios que la evolución de los tiempos
conlleva, y los topónimos no están libres de ellos. A la ley, en este caso, de
Normalización Lingüística, le cabe la facultad sancionadora, pero dicha
facultad no siempre dispone del aval de la legitimidad, moral o cultural. Ciertos
topónimos, por genuinos, antigüedad y fuerza expresiva son considerados
patrimonio cultural inmaterial y, por ello, deben ser respetados en toda su
integridad formal. Que el topónimo “Tuy” reúna o no valores suficientes para
ser considerado patrimonio cultural y que esta expresión gráfica sea
preservada, es labor que corresponde a expertos. Por mi parte, quiero
manifestar que entiendo y respeto la invocación a razones sentimentales, de
permanencia y arraigo en el tiempo, de costumbre, si no históricas, y de
apelación a la leyenda para reclamar la restitución de la “y” griega en el
topónimo de nuestra ciudad/municipio; como también respeto y acato la
modificación por imperativos de la Normalización Lingüística cuando tenga que
expresarme en la lengua autóctona. Sin embargo, reconozco que, quizá por las
circunstancias expresadas, pero también porque creo percibir mayor poder
identitario y capacidad de evocación y
conexión histórica con nuestro origen, verdadero o falso, pero palpitante, y milenario pasado, me gusta más Tuy, además de que su escritura posee mayor
entidad y mejor remate gráfico que el escurrido Tui. Como si esta merma gráfica fuese el exponente premonitorio de todas las pérdidas patrimoniales y administrativas que esta ciudad lleva padeciendo.
Nota: Se reconocen dos tipos de toponimia que explican la distinta manera de escribir y pronunciar los nombres de localidades con lengua distinta: Toponimia mayor y Toponimia menor. La primera es la que se traduce a otras lenguas dada la importancia e internacionalidad del lugar: p.e. se dice Nueva York y no New York, o Ginebra y no Genève; la segunda, por carecer de la trascendencia de la primera suele permanecer, en general, en su propio idioma.
Nota: Se reconocen dos tipos de toponimia que explican la distinta manera de escribir y pronunciar los nombres de localidades con lengua distinta: Toponimia mayor y Toponimia menor. La primera es la que se traduce a otras lenguas dada la importancia e internacionalidad del lugar: p.e. se dice Nueva York y no New York, o Ginebra y no Genève; la segunda, por carecer de la trascendencia de la primera suele permanecer, en general, en su propio idioma.
José
Antonio Quiroga Quiroga
Lo cierto es que, si nos basamos en "documentación" como gusta mucha gente, entonces ni Tui ni Tuy, sino Tude, pues así consta en documentación escrita, y como la palabra, como todo menos el coco de alguna gente, progresa y evoluciona, al perderse la D intermedia, ¡ya se sabe! pero, ante semejante ¿memez? ni siquiera los mejores latinistas han querido participar en tal discusión dejando a libre albedrío esta cuestión, si bien no dejaban de aconsejar dar un repaso a la Lingüística y a la Historia.
ResponderEliminarRazones de índole varia, como algunas de las expresadas en el escrito, de las que parte pertenecen al ámbito de lo subjetivo y de los sentimientos, además de que, como también digo en el mismo, el tema ofrece muchos frentes argumentales de difícil delimitación, sobre todo en el tiempo, le digo, Alba Do Minho,que en líneas generales concuerdo con lo que usted expresa. Si bien creo que el objeto de debate es lo suficientemente complejo como para aceptar que deba enfocarse solo desde la perspectiva lingüística o dejarlo únicamente en manos de latinistas. Sí discrepo que el debate pueda ser una memez, pues por muy "bizantino" que pueda serlo, siempre es enriquecedor, además de que permite conocer algo del pensamiento y carácter de los intervinientes, especialmente si son tudenses y vecinos. Saludos y agradecido por su comentario.
EliminarInteresante y lacerante cuestión para todos aquellos que somos castellanohablantes y tenemos que soportar reiterados ataques de galleguistas y "galleguistizados" que pretenden imponernos cómo hablar o escribir en nuestro propio idioma con una falta absoluta de tolerancia y civismo.
ResponderEliminarDe igual forma que no escribimos "London" o "Bruxelles" cuando nos expresamos en castellano no escribimos "Tui" sino "Tuy" cuando nos mantenemos en la lengua de Cervantes. "Tui" será la forma correcta de escribir el nombre de la ciudad si lo hacemos en gallego. Es una lástima que la ceguera que generan la ideología y el fanatismo impida ver con claridad algo tan sencillo.
Y no nos engañemos, lo que se pretende es ir arrinconando el castellano en Galicia al punto de hacerlo desaparecer de la vida pública y social, presentándolo como una lengua ajena a los gallegos, propia de "alienados". Para mi el alienado es el castellanohablante que cuando tiene que hablar en público se pasa inmediatamente a un gallego que jamás hablaría si no se viese socialmente forzado a ello. Autocensura pura, que humilla menos.