Tuy y San Pedro del Romeral (476 habitantes, Cantabria) comparten el nada honorable podio nacional de exponentes de adulteración de la representatividad corporativa. Ambas poblaciones se han hermanado en la ignominia gracias a esta inédita anomalía democrática perpetrada por los respectivos “romerales” electos de turno, que no han tomado posesión del acta de concejal y no dejan paso a los siguientes de la lista.
En la milenaria Tudae va cobrando fuerza la creencia de que el banquillo de la candidatura local de Ciudadanos seguirá sin moverse hasta el final del mandato sin que al partido parezca pesarle el jugar con uno menos. Situación accidental, con trazas de duradera, que favorece al grupo gobernante, ya que el empate virtual de fuerzas gobierno-oposición que ocasiona, se rompe con el voto de calidad del alcalde. Se generaliza, pues, el convencimiento de que el hasta ahora injustificado desplante tancredista del tornadizo sustituto, tras 4 plenos bimestrales sin comparecer al llamamiento, obedece a la estrategia mercantilista de retener el legado democrático recibido y usarlo como moneda de cambio que remedie la situación de precariedad laboral en que se encuentra. A mayor oprobio personal, todo ello sucedería sin que el protagonista prestase siquiera servicio alguno a los confiados electores que delegaron la representatividad en la candidatura que lo acoge.
Sin embargo, en los plenos, el alcalde procura mostrarse ajeno y distante de esta turbia circunstancia cumpliendo la citación del concejal, reacio a comparecer, con rutinaria indiferencia de burócrata; lo que acabó por arrancar, del representante de C21, la exigencia de una declaración institucional necesaria al respecto. Pero apenas reconocida la anomalía por el regidor, al pronto encaró hacia el representante de En Marea para castigarle con su particular látigo de descalificaciones: falsedad, calumnia, indecencia, por haberle alertado previamente de las sospechas de la calle de que el partido está detrás del asunto, y que ello está minando su reputación. A continuación, a modo de sobrentendida demostración de inocencia, declaró, sin rastro de agradecimiento por la colaboración prestada, que nada hizo por retenerle como socio de gobierno pese a que ello significaría el perder la mayoría, y que, ahora, incluso celebraba que se hubiese ido a la oposición.
Curiosamente, cuando el alcalde está en el trance de perder firme, desafortunadamente suceden episodios extraños.
José Antonio Quiroga Quiroga
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