Sorprende que, a riesgo de que se adultere la representatividad democrática, la legislación electoral y la Ley Orgánica de Régimen Local permitan la aparición de la figura del perro del hortelano político: aquel que no toma posesión del acta de nombramiento, ni deja que otros compañeros la tomen, ya porque les corresponde directamente como concejales electos o bien como suplentes sustitutos de aquellos que, por circunstancias justificadas, renuncian a su escaño.
La Corporación tudense suma ya cuatro sesiones plenarias, de frecuencia bimestral, celebradas con la participación de dieciséis miembros de los diecisiete correspondientes a causa de que el cuarto puesto de la candidatura de Ciudadanos, concejal electo de rebote, que no formal de pleno derecho, tras la renuncia de la tercera de la lista, le ha dado por hacer el Don Tancredo por tiempo indeterminado, quieto e inmutable tras el burladero seguro que las leyes le proporcionan. Con esta ausencia se da la circunstancia de que el grupo de gobierno y la oposición igualan a ocho miembros por bando.
Esta anomalía democrática, con trascendencia en el desenlace de las resoluciones plenarias, ya que la improbable incorporación del concejal, en estado de permanencia indefinida en el limbo político, dejaría en minoría al grupo del PSOE en el poder, discurre pleno tras pleno con total irrelevancia a juzgar por el mutismo general al respecto y la aparente conformidad del alcalde, a quien el equilibrio viciado de fuerzas le permite sacar adelante sus propuestas con solo servirse de su voto de calidad dirimente en caso de empate. Extraña la lacónica brevedad y rutinaria indiferencia con que el regidor despacha la incomparecencia del electo displicente y pasa sin más al siguiente punto del Orden del día, comparada con la enérgica demanda, desplegada por éste desde la bancada de la oposición, en asunto menor como la de aclaración de si la concejala de CsT, integrada en el equipo de gobierno del ex alcalde Padín tras la controvertida expulsión del partido, seguía perteneciendo o no al mismo.
El inexplicado sombrío impasse en que discretamente parece refugiarse el esquivo protagonista del partido naranja, invita a suponer que su actitud responde a la estrategia bastarda con que conseguir réditos personales, dada la ventaja política que su inmovilismo proporciona a terceros; pues el precario futuro laboral que le aguarda al Don Tancredo local, en situación de desempleado en el tramo final de su vida productiva, da pie a imaginar entendimiento entre partes necesitadas.
Es probable que el mandato municipal concluya con la Corporación mermada en un miembro, en cuanto garantía necesaria de funcionamiento ventajista y fraudulento del órgano de gobierno local, afectado de falta de legitimidad democrática, sin que se haya restablecido la voluntad de la ciudadanía expresada en las urnas, y sin que importen el descrédito personal y el deterioro de la institución que dicen representar.
José Antonio Quiroga Quiroga
No hay comentarios:
Publicar un comentario