Es evidencia planetaria que Dios
bendice la desigualdad. Cualquiera que sea su manifestación ya que, en cuanto
tensión entre los cuerpos, es responsable de la actividad cósmica, y de la
diversidad orgánica e inorgánica.
El segundo principio de la termodinámica corrobora este pronunciamiento: es
imposible generar trabajo (movimiento) si no existe diferencia de potencial
entre dos sistemas (el mayor potencial gravitatorio de una presa, o salto de
agua, permite producir energía eléctrica). La igualdad de nivel equivale a equilibrio;
y sin tensión entre las partes no es
posible generar nada. El concepto de “muerte
térmica del universo”, estado en el que reinaría
la quietud absoluta por igualación de la temperatura, ilustra este concepto.
Este principio de la física también es aplicable a la economía. El
sistema capitalista, en esencia, responde a esta ley física en que la desequilibrante
acumulación y concentración de capital posibilita la iniciativa emprendedora y la
generación de riqueza. En contraposición, la doctrina comunista, que atiende al principio de igualación de los
vasos comunicantes, tiende a la “muerte económica” donde se impone, es decir, a
la consabida pobreza. Argumentarán los partidarios de la ideología comunista,
que propugna la igualdad económica como expresión de justicia social, que la
concentración de capital solo corresponde al Estado como encargado único de su administración
y distribución, uniforme, claro. También los estados capitalistas administran
buena parte de las rentas de la ciudadanía, aparte de que modulan la
inclinación al abuso de los capitales privados. Sin embargo, está demostrado
que ningún Estado comunista ha sido
capaz de elevar el nivel de vida de los administrados, sino muy al contrario,
porque, como único agente motor (de muy bajo rendimiento), carece de capacidad
para reemplazar la iniciativa particular empresarial, ya en número de
emprendedores, ya en eficacia, por muy organizado y honesto que éste pueda ser,
ni tampoco contradecir una ley física que
gobierna el universo.
No solo falla el sistema comunista, sino el comportamiento contradictorio
de destacados militantes, como los adinerados y populares Javier Bardem; Victor
Manuel y su esposa Ana Belén, o el mismo Pablo Iglesias, al ser incapaces de dar
respuesta satisfactoria a su paradoja económica, enriquecidos gracias al
capitalismo, que combaten de palabra pero al que de hecho no renuncian, como lo
atestiguan sus movimientos inversores, incluso especuladores, en el mercado
capitalista. Que no traten, hipócritamente,
de justificarse contribuyendo con donativos al sostenimiento de la causa. Por
sentido de la coherencia, que se apliquen el principio de los vasos
comunicantes creando una cuenta bancaria madre donde depositar
mensualmente los ingresos de cada
militante, que luego se distribuiría automáticamente y de manera igualitaria en las respectivas cuentas
particulares de los camaradas censados.
El recurrente argumento reivindicativo, tan a mano hoy día, no necesariamente comunista, sino
social o socialista, de “a igual trabajo, igual salario”, impecable en
principio, elude y encubre el sobrentendido,
y en absoluto equitativo, “a igual puesto de trabajo, igual salario”. No todas
las personas rinden lo mismo, pues no todas son igualmente capaces, laboriosas,
responsables, talentosas, inteligentes y eficaces.
La igualdad de derechos y oportunidades, como exponente de justicia
social, no contradice ni actúa en contra de la dinámica de trabajo, sino que es
fuente incentivadora de todo progreso. Es por ello la única igualdad que cabe
preservar.
Cualquier política social igualadora distinta de las dos anteriores solo contribuye
a incrementar la entropía del estado de bienestar, concepto físico que mide la parte de energía que no
puede utilizarse para producir trabajo, y la menor probabilidad de que tal
dinámica energética tenga lugar; lo que traducido a términos de economía social
equivale a que la reclamación de igualdad de los menos dotados, los más
incapaces, ociosos y holgazanes, etcétera, conduce al colapso del sistema.
José Antonio Quiroga Quiroga
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