Era previsible que el pleno de la
moción de censura al cuatripartito de Gobierno del ayuntamiento de Tuy se
celebrase bajo condiciones ambientales inaceptables en democracia y desde
cualquier perspectiva cívica. La bochornosa presión tribal con incesantes
abucheos, salpicados de alguna amenaza
de tipo personal, malamente y a duras penas permitió que se escuchasen las intervenciones de los postulantes al
relevo. De nada sirvieron los innumerables ruegos al silencio del presidente de
la mesa de edad, incapaz de imponer orden en la sala, que más bien parecía el
graderío de un circo romano, pues
disponiendo recursos para ello, debía sonarle a música celestial en cuanto que
la banda tronaba y jaleaba a su favor y del resto de compañeros destronados. A caldear la atmósfera contribuyeron, por una
parte, y principalmente, el colectivo NON a moción de censura con dos
manifestaciones en la calle y el llamamiento a la ciudadanía de acudir al pleno,
con no se sabe qué objeto: si como pasivos observadores del acto de
desalojo y relevo, o como agitada masa
coercitiva en la esperanza última de amedrentar a los ponentes y abortar la
moción; y por otra, la injustificable doble acogida en las ondas de la RMT a
los líderes del mencionado colectivo NON a moción, como si, a título
informativo, no fuese más que suficiente con una comparecencia; y solo
explicable por el particularmente conservador e indiscriminado “sentido de
Estado” del director de la misma.
Era también previsible que el alcalde saliente tuviese una intervención
de despedida elegante y caballerosa como corresponde a todo dignatario que se
precie de tal. Pudo haber salido airoso del trance de haber mantenido la línea
de “fair play” de la primera
intervención, pero, desarbolado ante la inminencia del desahucio, quedó al
descubierto su verdadero carácter, de ordinario agazapado en la opacidad del retraimiento aunque salpicado de
asomos inquietantes, con dos frases envenenadas
de mal perdedor. La primera, gratuitamente triunfalista, pero precedida de sutil paralelismo insidioso de los golpistas que asaltaban el palacio presidencial de
Allende con los firmantes de la moción, y
tomada de las últimas palabras de aquél como presidente de Chile: “el futuro es
nuestro” . La segunda, rúbrica de la primera, cerró la intervención lamentando
el espectáculo ofrecido, en indudable referencia al dado por “los golpistas”,
pues no cabe suponer que iba dirigido a los excitados alborotadores que le
respaldaban. Lo que no era previsible
fue la inoportuna desaparición de la
llave de la puerta de acceso al despacho de la alcaldía desde el salón de
sesiones. Rareza tan inusitada que solo admite dos interpretaciones: que los
“golpistas” no encontrasen refugio en el despacho de la alcaldía en el caso de
que tuviesen que salir por piernas de la sala al estar bloqueada la puerta de
salida por la concentración de asistentes, o como gesto postrero de obstinada resistencia
infantil a ceder la dependencia que acogió los momentos de mayor
representatividad y autoridad personal.
Como broche final del día de autos merece atención la cuidada
escenificación montada en el pórtico de la gloria de la Casa Consistorial, en
la que, como se aprecia en la fotografía adjunta, con un decorado estratégicamente
situado, aparece, con una inexplicable expresión de alegría, jamás vista ni
imaginada en rostro tan poco dado a exteriorizar sentimientos, el alcalde
saliente acompañado de sus compañeros de fatigas y del secretario xeral del PSdeG.
Sincera e incontenida expresión de júbilo tras el desalojo
Preocupada por el movimiento sísmico que provocó la remoción de las
estructuras de gobierno en el Ayuntamiento de Tuy, y ante el riesgo de
probables réplicas que afectarían seriamente las de la Diputación (organismo que habitualmente sirve de
instrumento para el reparto de favores a los ayuntamientos afines) entró
escandalizada en escena, como actora de reparto, Carmela Silva, presidente de
dicho organismo, apresurándose a decir
que el acuerdo programático entre partidos que propició la moción de censura
“le va a costar a los gallegos (y a las gallegas, claro) 19 millones de euros”,
como si tal cantidad no tuviese otro destino que el de ser quemada en pólvora.
Y a acusar a la Xunta de haber comprometido tales recursos públicos para determinadas
infraestructuras y servicios a cambio de la moción, pese a que todas las obras
enumeradas corresponden a necesidades demandadas hace mucho tiempo, alguna de ellas, como el nuevo edificio de
juzgados, ya comprometido y presupuestado hace más de un año. ¿Acaso desconoce
la presidente que la política es capacidad de gestión y de negociación ante las
instancias administrativas correspondientes, ya sirviéndose del talento
personal de persuasión o del cultivo de las relaciones personales con cargos
políticos con poder de adjudicación de recursos?
El espectáculo todavía continua en Facebook, donde algunos de los
descabalgados siguen retorciéndose penosamente cual cola de lagartija amputada.
José
Antonio Quiroga Quiroga
No hay comentarios:
Publicar un comentario