¿En qué estaría
pensando, y qué habrá querido transmitir el alcalde en precario de Tuy, cuando
dijo en un pleno que “tendría consecuencias dramáticas para el Concello” que
alguien solicitase la ejecución de sentencia de demolición del bloque de
viviendas “Beira do Miño? En modo alguno
un tudense que siente y ama su ciudad, y mucho menos en calidad de
representante público, diría que sería dramático que se revierta una ilegalidad
urbanística que atenta, en lo físico y paisajístico, contra un bien de
incalculable valor como lo es el conjunto histórico, estandarte y seña de
identidad, y se restablezca la realidad edificatoria anterior. Valor éste incomparablemente
muy superior frente al fluctuante y
pasajero del dinero. Si el alcalde se refería al importe económico, siempre
recuperable, de las indemnizaciones a los propietarios de las viviendas de
dicho edificio, queda claro cuál es su orden de valores y cuáles son sus
preocupaciones.
Generalmente,
los daños urbanísticos suelen ser irreversibles o, en el mejor de los casos, difícilmente
subsanables por su vocación de permanencia en el tiempo. Valga como ejemplo,
aunque a efectos de trascendencia no es comparable, el edificio levantado en la calle Augusto González Besada en el
lugar que ocupaba la antigua plaza de bastos, que por añadir unos cuantos miles
de pesetas más a las arcas municipales, cuya insustancial repercusión para el
municipio quedó diluida en el
tiempo, se autorizó levantar en el solar
ocho alturas, B+7, frente a las tres alturas, B+2, predominantes en el entorno
y en el conjunto urbano. Tampoco sería dramático, muy al contrario, en cuanto que contribuiría a
su puesta en valor; frase ésta tan útil para adornar el discurso político en
los actos protocolarios, como hueca y harto manoseada. Poner en valor
significa, simple y llanamente, recuperar y rehabilitar. Sin embargo, sí sería probablemente
un episodio dramático para el
responsable de tal manifestación, puesto que podría truncar su legítima carrera
política.
Me resisto a
creer, por lo general, que personas no nacidas en Tuy sientan los valores de
esta antigua ciudad con la misma hondura que los tudenses conscientes de la
importancia de su historia y patrimonio arquitectónico; aunque nada determina
que tenga que ser así, pues conozco, y muy de cerca, a foráneos residentes, que
por su implicación social, que no política, superan en inquietud a una buena
parte de nativos. Me resisto a creer, pues, que la concejala de Patrimonio,
originaria del Calvario de Vigo, aunque residente en Pexegueiro, desconocedora
de la historia de Tuy, extraviada en la dimensión de su delegación, y rezagada
en los deberes municipales: redacción del Plan Especial de Protección del Casco
Histórico, y peatonalización del mismo, pero, al parecer, según manifestación
propia, muy diligente en su profesión de médico, le importe algo el patrimonio histórico de Tuy. Por la
misma razón me resisto a creer que
naturales de otros municipios, Salceda, Ribadavia, etc. que ocupan escaño en el
Ayuntamiento de Tuy, les conmueva lo más
mínimo el estado y futuro del conjunto histórico de la antigua capital de reino
de Galicia.
Cabe
preguntar por las razones que movieron al alcalde para recordarnos que
cualquiera puede solicitar la incoación del expediente de reposición de la
legalidad del edificio Beira do Miño, circunstancia desconocida para muchos y
que, en cualquier caso, estaba aparcada
hace tiempo en un rincón de la memoria colectiva. Y si era menester agitar la
responsabilidad y compromiso cívicos de los tudenses, que no la aletargada obligación
de la Consellería de Cultura y, en concreto, de Patrimonio Histórico, que, como
organismo encargado de la tutela y protección de los cascos históricos en
ausencia de Planes urbanísticos específicos, es a quien corresponde incoar el
expediente. Como también, subsidiariamente, la responsabilidad de la Agencia de
Protección de la Legalidad Urbanística.
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Bloques de vivienda "Beira do Miño" y construcción antigua en medio |
Confieso que
la desafortunada manifestación del actual alcalde alcanzó mi fibra sensible.
Previamente excitada y caliente de tanto capotazo torero al convenio
de cesión de uso del inmueble del Teatro Principal para poder acogerse al 1,5 %
Cultural y proceder a su rehabilitación. Tan caliente y hastiada, tras dieciocho años en el empeño, de escuchar una y otra vez las mismas falsas
promesas y falaces argumentos de todos los gobiernos municipales, y de este en
concreto, que, a título particular, estoy
sopesando seriamente solicitar la ejecución de sentencia de “reposición de la
legalidad urbanística” dictada por la Consellería de Cultura y, de paso, rematar la
iniciativa altruista emprendida por un matrimonio de la ciudad. Considero necesario para
la salud del casco histórico sentar un precedente ejemplarizante ante tanta
palabrería, y proporcionar cierta satisfacción a las dos personas que
encabezaron en solitario la mal llamada iniciativa vecinal, orientada a reparar
el atentado cometido contra el casco histórico. Iniciativa que les reportó un quebranto económico de más
de trece millones de pesetas en concepto
de costas judiciales. Frustraciones personales al margen, este es el único
drama a considerar.
Recelo de este alcalde, seco de
carácter, parco en palabras, lacónico en las respuestas, de mirada escondida y calculador frío inmerso en temprana e intensa deriva populista. Y
de sus verdaderos propósitos. Si algún argumento inconveniente le roza, adopta, como Rajoy, la
estrategia del gusano, se enroca en el mutismo y permanece quieto.
José
Antonio Quiroga Quiroga
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