¡Tudenses,
veinticinco años de ignominia municipal nos contemplan! Veinticinco años de
villanía, de deshonra, degradación y decadencia, propiciados por el pastoreo de
caciques de barrio, de los enlutados con alzacuellos y el manto protector de un
partido de arrogante supremacía. Tanta, que la legión de incondicionales pregonaba sin pudor que “en Tuy la alcaldía
está garantizada aunque el
candidato sea un pobre infradotado”. Frase
que hoy retumba en el fondo de la memoria colectiva como un remordimiento de
conciencia. Esta insultante jactancia respondía al antidemocrático criterio de la
incomparable rentabilidad de contar con un gobierno amigo en la Xunta frente a
la irrelevante incidencia de la cualidad del candidato. Por desgracia, de
difícil reparación, ha quedado sobradamente demostrado que las siglas partidarias
no gobiernan, ni han significado ningún privilegio para Tuy. Ni siquiera el
haber contado durante doce años con un conselleiro de la localidad.
Hoy, el pozo
negro de la Casa Consistorial ha rebosado otra vez, y la Marca Tuy vuelve a
estar por los suelos. El grupo de gobierno está roto en dos bandos, y un campo
sembrado de traiciones y denuncias internas los separa; el alcalde actual y el
anterior están imputados por irregularidades urbanísticas; dos concejales del
gobierno imputados por falsedad mercantil; otro concejal del mismo grupo ha
falsificado la firma de la secretaria del ayuntamiento para conseguir licencia
de obra para un familiar del grupo; El departamento de urbanismo prácticamente bloqueado
porque los técnicos (dos de ellos) están enfrentados técnicamente a muerte ; y una funcionaria de carrera ha
denunciado ante la justicia a la secretaria del ayuntamiento. Y el alcalde,
desarbolado de autoridad alguna, se dedica a consolar a los vecinos con su
hilillo de voz.
La actual
esperpéntica tragicomedia municipal es la traca ¿final? de una pérfida y
desventurada gestación que arranca
de veinticinco años atrás con las maniobras del líder de Unión Tudense, hoy
caído en desgracia por su impropio peso específico, que supusieron el primer acto de deserción/transfuguismo de
la democracia en Tuy. Unión Tudense, el partido gobernante, perdió en esa ruin acción la mitad de sus
miembros. Escisión mortal que significó su entierro para siempre. Y el sillón
de la alcaldía para el desertor que
había sido seducido con la promesa de
encabezar la candidatura por el partido que en aquellos momentos perfilaba su
posterior hegemonía. Sin embargo, a mitad de su segundo mandato, y a pesar de
su holgada mayoría, sufre una
estrambótica moción de censura interna, maquinada por el ilustre jurista
(Manuel Fraga dixit), al que pretendían dedicarle una calle, el mismo que le había persuadido a abandonar Unión Tudense, en
favor del segundo de abordo, que tiempo atrás había sido alcalde pedáneo de la
parroquia de Guillarei. Moción que acabó en triunfo gracias al inestimable
apoyo de dos impagables “apagafuegos” de la oposición (según propia confesión),
que acabó sentando en la poltrona municipal, durante el tiempo record de casi
catorce años, al albañil que colocó los ladrillos de la descomposición moral en la
que está sumido hoy el ayuntamiento.
Al otrora
albañil/constructor en suspensión de pagos y luego promotor inmobiliario de
envergadura, deteriorado por un rosario de escándalos urbanísticos y sonoros
procesos judiciales, altamente gravosos para las arcas municipales, que
atravesaron toda Galicia y llegaron hasta el Tribunal Superior, le sucede, por
fuero de sangre azul, su yerno. Una suerte de monaguillo curtido en el repicar
de campanillas, reconvertido en hombre anuncio, por sus cualidades fotogénicas, de toda actividad
municipal que se preste.
Obsérvese esa mano protectora vocacional, posada en el hombro de una antigua alumna de la vieja escuela de Randuje, necesitada de consuelo, al parecer del alcalde. ¡Pobre!
Este
“alcalderilla” seismileurista, sin
perfil definido ni autoridad, que no ha cumplido ninguno de los puntos
sustanciales de su programa electoral, superado en todos los campos de gobierno:
administrativo y ejecutivo, acosado por las numerosas necesidades que se han
ido acumulando: ausencia de las
infraestructuras y de los servicios más esenciales, firmes levantados por
doquier y la ciudad cayéndose a pedazos, se encuentra en situación agónica. El
Ayuntamiento hace agua por todas partes, sí, sí, yes, yes, Ches, Ches. ¡Chasco
de alcalde!. Pero nada ya parece importarle. Sabe que el partido no lo va a
proponer como candidato. Sin embargo, ¡Bingo! un Consorcio de Aguas Sucias de
la comarca le tiene reservado un empleo de chupatintas. Quizá, por la anunciada vacante en la corona, o quién sabe por qué razones, el exalcalde, suegro del actual, amenaza con volver si la justicia no lo impide.
Sin duda, esta
ciudad está encantada. Encantada por su historia. Encantada de conocerse. Encantada
de mirarse al ombligo. Encantada con el estado de cosas. Encantada con su
conservadurismo paralizante. Encantada con
sus políticos. Sumida en un sueño de grandeza y letargo de siglos.
Urge el beso
de verdadero amor de un príncipe o princesa que la despierte y rescate de su
lastimosa postración.
José Antonio
Quiroga Quiroga
Y sin embargo le votan!
ResponderEliminarBuena descripción de la fauna que gobierna esta ciudad.
ResponderEliminarTe sobran adjetivos para tan poco meollo. Pero la denuncia queda ahí. No es denuncia, es un relato de los hechos. Unha aperta Quiroga!
ResponderEliminarMuuuuuuuy bien
ResponderEliminarLa descripción no puede ser más exacta. Muy bien. Un saludo.
ResponderEliminarMuy buena la descripcion del HOBBIT alcalde de Tui, aunque llamarle alcalde es mucho llamarle.
ResponderEliminarSi , desde logo que Tui necesita o bico do verdadeiro amor.
ResponderEliminar