Como el falso suicida que amaga con arrojarse al vacío, el alcalde de Tuy, Enrique Cabaleiro, cuando se ve incapaz ante el bloqueo de sus propósitos de gobierno, se asoma al precipicio y amenaza con despeñarse.
Su contrastada indisposición al diálogo y a la negociación, aún en situación de minoría, sugieren un espíritu necesitado de afirmación imponiendo tercamente su voluntad. Y de resarcimiento, quién sabe si de corrosivas frustraciones, cuya íntima amargura parece reflejarse en su atormentado semblante de pocos amigos.
Enrique Cabaleiro, Alcalde de TuyEl recurso al victimismo, que tan bien encaja en su figura, le empuja a la inmolación fingida, a amenazar con romper la baraja cuando se le tuercen las cosas. El primer recado de farol tuvo lugar al discutirle la oposición el aumento de las remuneraciones por las dedicaciones exclusivas del alcalde y de cuatro de sus concejales delegados: “si las cantidades que proponemos no son aceptadas, ¡ME VOY!” es decir, parafraseando la copla popular; ahí os quedáis, descompuestos y sin alcalde (se iría, claro, al atractivo puesto de auxiliar administrativo en el penal de A Lama).
Otro asomo suicida, en apariencia, fue la apuesta de vincular la aprobación automática de los presupuestos, desestimados en primera instancia, al éxito de una moción de confianza calculada (la primera en la historia del acontecer municipal de Tuy); o bien a que la moción de censura que el rechazo de la de confianza daría paso, con plazo de vencimiento de un mes, no se lleve a cabo por la extrema dificultad de acuerdo entre el PP y el BNG.
El PP, escarmentado con el resultado de la anterior moción de censura, que tan favorable resultó para el desalojado del poder en la siguiente convocatoria electoral, gracias a la orquestación de una imponente campaña victimista, con manifestaciones callejeras integradas por simpatizantes traídos de los municipios del entorno, y gran aparato propagandístico, ya adelantó que no la presentará.
El talante incriminador en respuesta al argumentario de los adversarios, acompañado del trato desabrido, y ofensivo por momentos, que viene dispensando el alcalde Enrique Cabaleiro a una oposición moderada y respetuosa, exquisita la del exportavoz de C21, por el mero hecho de cumplir con su cometido, revela que para este regidor el bastón de mando, lejos de servir para alcanzar conciertos fructíferos, lo emplea para fustigar a los rivales para enfado y creciente distanciamiento de los mismos.
Faltan dos años para el término del mandato. Muy duro y largo se le presenta al actual mandatario el trayecto por recorrer, ahora que está en minoría al faltarle el apoyo del BNG, ya que, tozudamente enrocado en la suficiencia, no busca la concordia ni quiere saber de acuerdos y alianzas, salvo para luego incumplirlos.
José Antonio Quiroga Quiroga