martes, 24 de marzo de 2020

A quienes atacan a Amancio Ortega


Este empresario ejemplar, que debería ser orgullo de todos los españoles,  es,   para demasiados, vergüenza nacional. Se le acusa frívolamente de explotación infantil y de pagar menos impuestos de lo que fiscalmente corresponde; de beneficiarse de un gravamen tributario bajo, del orden del 5% del importe de los ingresos netos. Con cada donación que realiza Inditex: escuelas infantiles, geriátricos, maquinaria de vanguardia de radiación del cáncer, becas, Cáritas, etcétera, por un total de 570 millones de euros, rebrotan y se recrudecen las críticas.

El último y reciente reproche provino del vicepresidente segundo del llamado gobierno frankestein: Pablo Iglesias, y de afines ideológicamente, por haber habilitado varios hoteles como hospitales de campaña, donar 300.000 mascarillas (su hija ha donado un millón) y poner su poderosa logística  al servicio de la lucha contra el coronavirus
Material sanitario donado por  Inditex para atajar el cornavirus

Nave de Inditex con material sanitario

Para juzgar con cierto conocimiento de causa acerca de estas dos acusaciones que permanentemente esgrimen  quienes denigran a Inditex, es oportuno saber, siguiendo el orden de aparición,  que a esta multinacional le abastecen, aproximadamente, 700 empresas ubicadas en China e India; y que cada una de ellas subcontrata determinadas tareas, por término medio, a otras siete, en las cuales la explotación laboral es práctica corriente en esos países. Inditex, conocedora de esta problemática, que empaña su imagen, ha emprendido, desde, al menos, 2007, inspecciones laborales por sorpresa para combatir esta práctica generalizada, con un coste medio de 900 euros por empresa fiscalizada, pero que la picaresca consigue esquivarlas con cierto éxito; y que Inditex, que nunca sostuvo conflicto judicial alguno con Hacienda,  contribuye  al IRPF con arreglo al tipo de gravamen resultante de aplicar las deducciones y bonificaciones fiscales que disfruta toda empresa en concepto de incentivo a la generación de empleo y riqueza.  Dichos incentivos son de aplicación sobre las cantidades  invertidas  en mejora de instalaciones, maquinaria, incluso a la  localización geoestratégica, para, entre otros fines,  tratar de garantizar la robustez, la  competitividad empresarial y, consecuentemente, el mantenimiento del empleo.

No cabe achacar la precariedad sanitaria en respiradores, mascarillas y batas,    dramáticamente evidenciada con ocasión de la crisis del coronavirus, a los millones, supuestamente no librados a las arcas públicas por Amancio Ortega, que sus críticos le acusan de escamotear, pues nada garantiza, y la política sanitaria lo confirma, que tales cantidades se destinasen a socorrer la sanidad nacional, y, en concreto, a crear un “stock” preventivo de dicho material básico con que poder hacer frente a posibles epidemias. Lo cierto es que, en situaciones de emergencia, en las que fallan las instituciones públicas,  afortunadamente  empresas como Inditex, y no sus detractores, colaboran  de manera altruista poniendo su capacidad de producción y logística al servicio de la salud de todos.

La casuística motivacional de las  acusaciones de que es objeto el máximo exponente empresarial  nacional, se encuentra condensada  en el proverbio japonés: “el clavo que sobresale se las verá con el martillo”. Y con la hoz.

 

                             José Antonio Quiroga Quiroga

1 comentario:

  1. José Antonio, estoy de acuerdo con tus apreciaciones y también con el proverbio japonés.
    Un saludo.

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