No está de más insistir en que el desarrollo y prosperidad de las ciudades están estrechamente vinculados a la calidad y limpieza de la gestión urbanística de los ayuntamientos; sobre todo si se repara en que la decadencia de Tuy se debe en buena medida a la notable deficiencia de los Planes Generales de Ordenación: PGOU y PXOM, y a las irregularidades perpetradas en este principalísimo ámbito del urbanismo desde hace veinticinco años. Las más sonadas y conocidas por los tudenses han sido la licencia de construcción del edificio de viviendas “Beira do Miño” y la suspensión del planeamiento urbanístico (PXOM) durante cinco años, en plena fiebre constructiva, a causa de la recalificación de la finca Patazumba, que supuso un severo revés al empleo y economía local al tiempo que un freno demográfico. Si bien tales irregularidades han sido gestadas y cometidas por políticos, difícilmente hubieran podido llevarse a cabo sin la necesaria connivencia-colaboración de la parte administrativa mediante los preceptivos informes técnicos y jurídicos favorables.
Muchos años antes de producirse dichos escándalos urbanísticos, el departamento de urbanismo funcionaba al aire y arbitrio de los técnicos en plantilla. Campaban por sus fueros al amparo de un pacto tácito de mutua conveniencia con los políticos de turno: informes al gusto del poder político a cambio de la no injerencia en su trabajo. Bajo este clima de autonomía administrativa, libre de todo control, floreció impune la extorsión consentida o deliberadamente ignorada sobre los solicitantes de licencias de obra.
Ocho años como concejal en el Ayuntamiento de Tuy, cuatro en el Gobierno y la otra mitad en la oposición, y más de treinta ejerciendo como arquitecto en el municipio, me permitieron conocer las interioridades, prácticas y particular idiosincrasia desarrollada por los funcionarios adscritos al departamento de urbanismo cabalgando a lomos del poder decisorio de sus informes, casi siempre orientables en un sentido y en el contrario al amparo del abanico interpretativo que ofrece la maraña legislativa, en ocasiones redactada en términos ambiguos. Durante ese tiempo fui receptor de confesiones de particulares, titulares de proyectos pendientes de licencia, víctimas de abusos de extorsión. La repulsa que me producía esa situación me animó a denunciar al entonces aparejador municipal, José María Melero, en dos ocasiones bien distantes en el tiempo y por circunstancias distintas. La primera ante la Fiscalía, con ningún resultado por el poco empeño de esta instancia en investigar los hechos; la segunda, mediante denuncia en el Juzgado, cuyo resultado se saldó con la imposición al funcionario de multa de 500.000 pesetas y el abono de las costas, si bien la fiscal había pedido para el susodicho la suspensión por tres meses de empleo y sueldo. Hoy día una diligencia judicial pendiente de resolución, con petición de cárcel de ocho años, pesa sobre el ahora exfuncionario jubilado. Pero nada de lo emprendido ha tenido capacidad de alterar la dinámica irregular instaurada. Casi siempre surge quién está dispuesto a recoger el testigo de las tradiciones que reportan alto grado de recompensa.
Durante el mandato de Moisés Rodríguez al frente del Ayuntamiento, se ordenó cambiar los despachos opacos de los técnicos del departamento de urbanismo por otros acristalados para tratar de impedir que en ellos se tramasen negocios ilícitos. De uno de los antiguos despachos se retiraron más de ciento setenta expedientes que acumulaban polvo de años, aguardando, quizá, el abono del peaje de circulación.
Sobre la repercusión económica que para las arcas municipales representan las licencias urbanísticas, baste decir que al principio del “boom” edificatorio, el Ayuntamiento recaudaba anualmente más de cien millones de pesetas. Hoy día los ingresos por este concepto oscilan alrededor de la cifra de 60.000 euros. Sin embargo, pese al significativamente menor número de solicitudes de licencias, y la mayor dotación de personal técnico: dos arquitectos técnicos, un arquitecto superior y una jurídico en urbanismo, la diligencia en la expedición ha descendido de manera alarmante. Y no solo porque se produce el cuello de botella en el apartado jurídico debido a la descompensación del número de informadores técnicos respecto del de jurídicos, en parte subsanada con la reciente contratación de otra persona licenciada en derecho urbanístico, sino porque existe una guerra declarada entre una funcionario del grupo de técnicos y la titular responsable de los informes jurídicos, por las prácticas y maneras con que se llevan las cosas. Tan es así, tal es la desconfianza entre las partes confrontadas, que cada cual ha adoptado la cautela de fotografiar los respectivos informes para que en el caso de desaparición o de cambio por otros resolutivamente diferentes a los originales, poder aportarlos como defensa ante posibles acusaciones. Esta atmósfera de tensión, resultante de esa guerra abierta, entablada incluso en las instancias judiciales con cruce de denuncias, que ha alcanzado incluso al personal auxiliar adscrito, ha causado la baja por ansiedad, por más de un año, del referido funcionario responsable de informar el aspecto técnico de los proyectos. Si bien esta baja laboral ha sido utilizada de coartada por los partidos ahora en la oposición para justificar la falta de obra ejecutada mientras fueron Gobierno,deja en evidencia la repetida afirmación de que con ellos el departamento de urbanismo funcionaba a satisfacción.
Ante este feo y pernicioso panorama existente en el departamento de urbanismo, sorprende, y mucho, el rechazo anticipado de la oposición a la aprobación de financiación para llevar a cabo una auditoría urbanística tendente a remediar el mal funcionamiento del mismo (también se opuso a la contratación de otra persona titulada en derecho urbanístico), pese a la evidente falta de neutralidad en que incurre respecto de las partes enfrentadas, pues es de conocimiento público la no menos chocante familiaridad que mantiene con una de ellas. La apelación a los artículos 103 y 106 de la Constitución de advertencia de que de llevarse a cabo la auditoría se incurriría en prevaricación, no es más que un recurso demagógico carente de consistencia, con el que tratar de encubrir alianzas nada éticas ni provechosas con determinados funcionarios.
Desconozco la postura al respecto del hijo pródigo por excelencia del PP, José Prada, protagonista de repetidos vaivenes de ingreso y salida del mismo, pero su identificación con la de bloqueo sistemático en el que se ha instalado la oposición (que el electorado se lo pague), invita a suponer que no desaprovechará la oportunidad (dispone de pocas en política) de poner, con su voto negativo, la guinda de remate a su truncada trayectoria al frente de la turbulenta delegación de urbanismo, corresponsable de los conocidos escándalos urbanísticos durante el mandato de Antonio Rocha, que tanto daño han causado al municipio.
José Antonio Quiroga Quiroga
lunes, 22 de octubre de 2018
miércoles, 10 de octubre de 2018
Demagogia obstrucionista y gamberrismo
El resentimiento
se parece a un contraste radiológico que permite ver la condición de las
personas. Mayormente la de aquellas que no son suficientemente nobles e
inteligentes como para impedir que se
forme en el estómago de sus conciencias ese fermento ácido que los corroe
interiormente, y que acaba afeando su conducta.
Esta amarga
dolencia del espíritu, molesta como una úlcera gástrica incurable, afecta a los
integrantes del anterior Gobierno tudense desde el mismo momento en que una
moción de censura los situó en la oposición, de modo que la responsabilidad
política ejercida cuando estaban en el poder se ha convertido, gracias a su
particular concepto de la democracia, en
mera lucha por recuperarlo, sin que importen los medios empleados ni los
perjuicios causados al municipio, y a sí mismos en forma de descrédito.
Ya no les
basta, sirviéndose de su mayoría, con bloquear todo proyecto y toda acción de
Gobierno, sino que también practican la insubordinación grosera para tratar de imponerse y así discutir la autoridad del alcalde. El Pleno de 27/09/2018 es registro público de tales
actitudes:
Si el
concurso de ideas para reordenar el frente fluvial urbano, que por cuarta vez
quedó sobre la mesa por exigencias ajenas al
punto del orden del día (se trataba solo de aprobar la fuente de financiación),
es, para Son de Tui, un proyecto faraónico propio de un megalómano, para los
restantes partidos del sólido bloque opositor es poco ambicioso, ya que debería
abarcar todo el frente fluvial del municipio, desde Areas hasta Caldelas, pese
a que tal planteamiento supondría enviar a la papelera los dos proyectos de
sendas del Miño, de los que tanto alardean, pues no en vano por ellos mismos fueron
encargados. No es coherente exigir la elección de los técnicos concursantes y la
composición de jurado por la Corporación, como tampoco la participación de grupos
ecologistas, etc., a la vez que se
presume de haber encargado a dedo proyectos, por importe de obra
superior a 15 millones de euros, sin concurso,
ni participación de la Corporación sobre, al menos, la necesidad y
oportunidad de los mismos (alguno con muy poco sentido como p.e. la
remodelación de la C/Casal Aboy), ni tampoco la intervención de ningún grupo
ecologista. ¿Es acaso decisión responsable condicionar e hipotecar a las
futuras Corporaciones con proyectos que por su cuantía económica no se podrán
llevar a cabo ni siquiera en el término de cuatro mandatos? ¿”Quiénes somos
nosotros”, decía Capón Rey, fundamentando a mayores su rechazo a la propuesta
de rebajar los impuestos del IBI e IAE, “para poner en solfa lo que la próxima
Corporación va a hacer en esta materia?”.
Asimismo, si
por una parte las propuestas de rebaja fiscal del IBI, del 3,22 % para las
parcelas rurales, y del 5,77 % para los
bienes urbanos, y del Impuesto de Actividades Económicas (IAE) son irrelevantes
para la oposición, y por tanto despreciables: en el caso del IBI “un café al
mes”, por otra, contradictoriamente, resulta que suponen un grave quebranto
para las arcas municipales (PSOE). El argumento falso esgrimido por Capón Rey
en contra de las citadas rebajas, al amparo de una ley inexistente, producto de
su malévola imaginación, consiste en que a menor presión fiscal municipal (a
criterio de la oposición, insignificante para los beneficiarios) menor, pero supuestamente
considerable, sería la cuantía del dinero transferido por el Estado al
Ayuntamiento a cargo del PIE
(Participación en los Ingresos del Estado). Huelga decir que los ingresos del
Estado no participan, en porcentaje
alguno, de las recaudaciones de los
ayuntamientos. Y como no le afectan las fluctuaciones fiscales de las
Administraciones Locales, no tiene sentido que el Estado tratase de condicionar
la política impositiva de los regidores
penalizando las rebajas que
éstos, en función de sus prerrogativas, establezcan.
Capítulo
aparte merece el portavoz del PSOE, Enrique Cabaleiro, que responsabilizó al alcalde, en calidad de
cómplice, de la situación actual en el
polígono de Areas como consecuencia de la adjudicación irregular de determinadas
parcelas; de ser responsable y corresponsable por haber pactado la moción de
censura con determinada persona. Tras responder el alcalde: “no me hable de
irregularidades en Areas porque igual se está refiriendo a una persona que les
apoyó en la aprobación de los presupuestos de 2016”, le replica el primero, con
el acostumbrado tono tremendista, “usted hizo una acusación gravísima contra un
exconcelleiro, que no está presente, el mismo concelleiro que posibilitó la
aprobación del presupuesto, y que con su marcha posibilitó la moción de
censura”, insinuando que dicho exconcellleiro se aprovechó de una situación
irregular. Finalizó el portavoz del PSOE, con tono de reproche, exigiéndole al
alcalde respeto, porque está faltando a la responsabilidad y al decoro
institucional. Sin embargo, dicho
portavoz sí incurrió en acusación gravísima, huérfana del más mínimo sentido
ético y de responsabilidad institucional cuando tildó en un medio de prensa, de “reunión de trileros”
las negociaciones para presentar una moción de censura, afirmando que las
reuniones a tal fin se realizan “por intereses personales”: “si la legalización
de una nave industrial está en juego para presentar la moción, equivocados
están, porque es un tema que debe resolver el juzgado” ( Titular de Faro de
Vigo de 28/08/2016, “El alcalde de Tui califica de “reunión de trileros el
intento de moción de censura”).
En el denigrante
apartado del gamberrismo practicado en las sesiones plenarias, destacan, por deméritos
propios, dos figuras protagonistas: el
veterano Capón Rey (AT) y la señora Yolanda Rodríguez (PSOE), que también lo
practicaba en Facebook con perfil interpuesto.
El primero acostumbra a retar al alcalde tratando de poner en entredicho su autoridad haciendo caso omiso a las llamadas al orden cuando interrumpe o
interviene sin que le corresponda. En el referido pleno de 27/09/2018, durante
el turno de Ruegos y Preguntas del público, al sentirse aludido, adelantó que
“de una manera u otra intervendría”, añadiendo con prepotencia insolente de
sobrado, que como el Pleno ya había concluido el alcalde no lo puede expulsar
de la sala, respondería a toda alusión personal. Dicho y hecho. Sin importarle
la descompostura, fuera de sí, montó una escena desagradable y deshonrosa. Debería
saber Capón Rey, que si alguien perturba el orden de una sesión plenaria o de
cualquier acto solemne, ya sea concejal o mero asistente, el alcalde puede
ordenar el desalojo de esa persona.
Ocasión en que Capón Rey fue expulsado del salón de sesiones |
No tardó en
secundarle la insurrecta recalcitrante señora Rodríguez, que con sus continuadas
impertinencias dio motivos sobrados al alcalde para levantar la sesión; si bien,
a modo de despedida, no pudo librarse de
ser obsequiado por la referida con los términos de ignorante y analfabeto
Quizá no se
percate esta Oposición, que no está a la altura de la dignidad exigible a todo
representante público, del daño que con su comportamiento y maneras está
causando a la política local y a la Institución que representan.
José
Antonio Quiroga Quiroga
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