miércoles, 26 de septiembre de 2018

Las candilejas del alcalde de Vigo


Al jactancioso desinhibido alcalde de Vigo, Abel Caballero, le colmaría de dicha, si no estuviese invariablemente empapado de ella cual bizcocho borracho de licor, que el exastronauta Pedro Duque, actual ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, le certificase que los nueve millones de bombillas Led que iluminarán el firmamento navideño de la ciudad olívica pondrán a Vigo en el mapa planetario de nuestro sistema solar. De ser como imagina el Obi-Wuan Kenobi local, habría nacido la primera estrella Led del universo (!!!mi ma¡¡¡), aunque, seguramente,  su resplandor no será suficiente para atraer visitantes del espacio exterior; ni tampoco para que se fleten expediciones interplanetarias capitaneadas por altos emisarios a modo de reyes magos galácticos (todo se andará), pero al menos el deslumbrante fulgor no dejará ver el agujero negro del Marisquiño.

Abel Caballero, alcalde de Vigo

La Navidad es, fundamentalmente, tiempo de concordia, pero para el triunfante Abel Caballero, portaestandarte del orgullo de la ciudad, de la “afouteza viguesa”, empeñado en hacer creer al mundo, y, sobre todo, a su electorado,  que “en iluminación,  y en tantas y tantas cosas, somos los mejores del mundo”, lo es de provocación y  desafío competitivo, en lo banal, claro. Tiempo y ocasión  para generar no se sabe qué envidias: “que se preparen los alcaldes de Londres, Nueva York, Tokio…, bueno, Madrid y Barcelona se nos quedan allá, pequeñitos”.

De haber conocido Felipe González la vena populista sandunguera de showman de Abel Caballero, sin duda le habría nombrado, con mejores resultados, ministro de Cultura del Entretenimiento, en lugar de adjudicarle la cartera de Transportes, aunque bien mirado, quizá el presidente del Gobierno ya estaba al tanto de que era un tipo con mucha marcha.

 

                                   José Antonio Quiroga Quiroga