sábado, 30 de enero de 2021

Las arcas públicas pertenecen a los contribuyentes, Señor Alcalde

 

El poder, mal entendido, a fuerza de disponer de capacidad de hacer y deshacer a voluntad, lleva a los servidores públicos, a los responsables de administrar los caudales de los contribuyentes, a creer que el dinero recaudado les pertenece.

Devolverlo pecuniariamente, en metálico, y no en especie en forma de servicios e infraestructuras a los legítimos propietarios, debe parecerles que para ese viaje monetario de ida y vuelta no hacen falta sus servicios, que se pervierte  el entramado administrativo.

Efectivamente, en circunstancias normales, las reversiones dinerarias solo están contempladas para ayudas sociales, para socorrer a los realmente pobres y desprotegidos, a los más necesitados o necesitados de lo más esencial. Sin embargo, en estos desgraciados momentos de cerco y ahogo, de restricciones comerciales y cierre obligado de la hostelería, de desplome de la economía a causa de  la aparición de la pandemia, la clase productiva, la que más contribuye, está tornando en improductiva y necesitada. Quizá no tanto como para verse privada de lo más básico, pero quién sabe si más adelante al estar su actividad y fuente de ingresos en riesgo de desaparición.

No conviene, en ningún sentido que desaparezcan los emprendedores, que generan empleo y riqueza, que se destruya el tejido laboral, que buena parte de la sociedad devenga en necesitada.

Enrique Cabaleiro, Alcalde de Tuy

Ello debería hacer reflexionar al alcalde de Tuy, renuente a adherirse al plan de la Xunta de socorro a la hostelería de Galicia en general, y en particular a la de Tuy; pues, como se comenta en los corrillos de la ciudad, está muy aburrido,  muy cansado de tanto esfuerzo realizado en ayudar al comercio local.

QUERO TUI… ¿De verdad, en serio?

 

                                            José Antonio Quiroga Quiroga

miércoles, 27 de enero de 2021

Coronavirus transfronterizo y Eurociudad

 

Tuy tiene en la persona del Alcalde, Enrique Cabaleiro, un remedo pretencioso y embarullado del cuestionado Fernando Simón, portavoz del Gobierno en materia de pandemia por coronavirus.

Cuando nuestro timonel es llamado por la radio municipal para ofrecer su valoración de la situación sanitaria en el municipio, que debería ceñirse al traslado de los datos que le proporciona el SERGAS, al respaldo de las medidas adoptadas por la autoridad Comunitaria y al llamamiento a la observancia de las mismas,  debe  creer que es requerido por su docto conocimiento en prospectiva epidemiológica, sentimiento que le anima a aventurarse, de manera confusa y contradictoria, en pronósticos infundados y conclusiones totalmente gratuitas, que en nada favorecen la contención de los contagios.

En el trasfondo de sus recientes declaraciones laten dos ideas: una, victimista a la vez que lisonjera,  que Tuy no contagia, sino que es víctima de ser contagiado por gentes de fuera de su territorio (somos así de considerados, y de especiales). Dos, contradictoria, que niega que haya transmisión vírica procedente de Valença: “no está comprobado que haya transmisión de una zona a la otra”; “la incidencia de los contagios fiscalizados, (¿?) que derivaron de la zona norte de Portugal o de Valença es prácticamente nula”, al tiempo que admite que algunos casos importados tienen su origen en centros de trabajo de esta localidad; y hace referencia a la presencia de la cepa británica. Sabe más de transmisiones que el Instituto de Salud Carlos III, que afirma que el 41 % de los contagios se desconoce cómo ni dónde se producen. Cuando alguien  dice (frívolamente, sin disponer de información científica alguna) que algo no está comprobado, debe entenderse que a él “no le consta”, que  carece de la verificación al respecto, de lo contrario diría que está demostrado que no hay transmisión. La afirmación positiva (gratuita) tiene la desventaja para quién se sirve de ella, de que  podría verse en un aprieto si se le exige constatación documental.

En una pandemia no tiene sentido, y menos en un mundo globalizado, el señalar  países o regiones como  transmisores de infecciones, y menos el culpabilizarlos de la propagación. El tratar de exculpar una localidad (en este caso Valença), es precisamente la manera de aludir a su presunta culpabilidad al poner el foco de la sospecha en ella. Con estas declaraciones, quizá pretenda nuestro capitán-capellán, además de tratar de quedar bien con nuestros vecinos, que se levante el perimetrado  de Tuy y se amplíe a la Eurociudad, de modo que se normalicen las relaciones comerciales, pero no la sanitaria, pues, desafortunadamente,  aunque diga lo contrario, el coronavirus es transfronterizo (palabra ésta por la que siente especial apego).

En cuestión de enfermedades contagiosas las Eurociudades se repliegan y  retornan a los límites territoriales de las poblaciones constituyentes; bien está, bien está, se restablecen las fronteras pero de manera más cortés, a diferencia de las contundentes  y discriminatorias medidas adoptadas por las autoridades portuguesas, en 1918, con ocasión de la pandemia de la mal llamada gripe española.  El sentimiento de recelo y rechazo a los españoles como agentes transmisores de la referida enfermedad infecciosa quedó reflejado en la canción popular surgida en la otra orilla en aquel entonces, de la cual reproduzco algunas estrofas:

 

                            Muito olho com o microbio

                             Que não venha para acá

                                  Bem está, bem está,

                         Fagam  fogo a quem pretenda

                                 O cordão atravessar

                                  Bem está, bem está

                                     Mas o microbio 

                                           não virá

                                    Ben está, Ben está

 

  

                               José Antonio Quiroga Quiroga