sábado, 15 de diciembre de 2018

La cena de Navidad instrumento de chantaje político







           La Navidad no parece que sea ya tiempo de concordia. Otro es el envoltorio que hoy la define porque otros luceros son los que marcan los rumbos a seguir. La tregua navideña solo tiene lugar en el mundo de la ficción. El pacto tácito de aparcamiento momentáneo de diferencias, incluso las de carácter bélico, únicamente se da y respeta, en clave de añoranza, en el mundo de la ensoñación y  fantasía.
          La comida de Navidad de confraternización que tradicionalmente ofrece el Ayuntamiento de Tuy a los  funcionarios y contratados  estuvo a punto de no celebrarse por la amenaza de boicot, planteada por los sindicatos, si no se abordaba de inmediato  la revisión de la relación de puestos de trabajo (TRP), pese a que en el pleno de Noviembre el alcalde se comprometió a acometerla durante lo que queda de mandato. Las tensiones generadas por esta medida de presión avivaron las diferencias existentes entre políticos y  en el seno de la “familia” funcionarial, con el resultado, en ambos bandos, de negativas concretas de asistencia a la fiesta-convite que, inevitablemente, se desarrolló bajo la atmósfera de simulacro de camaradería, en que la razón del contento de los comensales  residió mayormente en la capacidad de confortación de las viandas y bebidas espiritosas que en el de reafirmación del sentimiento de compadraje.
          Como la comida de Navidad de los servidores públicos del Ayuntamiento de Tuy suele ser motivo de  críticas y conflictos (p.e., la pretensión de un concejal de la oposición de que la comida se celebre en el restaurante de un miembro de su candidatura), cabe detenerse y reparar, desde la perspectiva actual, en la procedencia de la misma, sin que tenga cabida la improfanable palabra tradición, pues buena parte de las  tradiciones, pese al respeto casi sagrado  que las envuelve y protege,  han sido creadas a partir de la barbarie, y bajo condiciones sociales de precariedad poco dignificantes, y sostenidas automáticamente por la rutinaria costumbre.
Se me ocurren dos argumentos a favor de la desaparición de dicha celebración navideña: El de orden económico, aunque irrelevante en lo tocante a cuantía del gasto, pero conceptualmente determinante. Las partidas presupuestarias están destinadas exclusivamente para atender las necesidades de servicio de los contribuyentes, y de gasto de representación institucional, pero no para agasajos y festejos a los servidores públicos, que en nada revierten socialmente,  ya que son retribuidos a través de salarios, trienios  y correspondientes complementos: específico, de productividad y de destino. Y el de orden de dignidad personal, en cuanto que la cena de Navidad representa el rancio paternalismo condescendiente de antaño, siempre bajo sospecha de soborno electoral encubierto, destinado a cubrir, a modo de detalle caritativo, carencias materiales, que no afectivas, hoy día inexistentes. Recuerdo la vieja costumbre de los conductores de automóviles, afortunadamente desterrada y olvidada, de gratificar  a los miembros de la policía local depositando tabletas de turrón, botellas de vino y de champán en la margen del lugar de la calzada en el que prestaban servicio. En Madrid, los empleados municipales del servicio de limpieza, visitaban los edificios de viviendas, de rellano en rellano, provistos de tarjetas de felicitación en busca del aguinaldo de los vecinos; incluso los fontaneros del barrio les secundaban acudiendo para felicitar las Pascuas.  En los ministerios también era costumbre obsequiar al personal laboral con un aperitivo, “una copa”, le llamaban, pero ha sido suprimido por no estar justificada la legalidad del gasto.

                            Resultado de imagen de imágenes de cenas de navidad corporativas

Todos los puentes que conducen a la concordia son bienvenidos si el encuentro de manos o el abrazo de las partes se producen en condiciones de igualdad, sin que medien prebendas unidireccionales, y cuando no quepa más agradecimiento que el proveniente del ofrecimiento de amistad, del afecto  y del reconocimiento personal.
Con cena de Navidad o sin ella, estamos en tiempo de paz, pero ello no es garantía, ni nada indica, de que el Pleno de la Corporación a celebrar el 27 de diciembre no discurra por los habituales derroteros de violencia verbal y aspereza.
¡Feliz Navidad!

                                      José Antonio Quiroga Quiroga
 
 
 
  
 

domingo, 9 de diciembre de 2018

"Ca que está caíndo"


Cada vez que se trata de mover unas pajas a cargo del remanente de tesorería, aunque fuesen para el portal de Belén, suena desagradable la trompeta apocalíptica de Son de Tui para repetir, mecánica y puntualmente, como reloj de cuco de mal agüero: “ca que está caindo”, para anunciar su firme  oposición y rechazo.
Este año en Tuy no hay más belén ni pesebre que el que lleva instalado seis meses en el Barrio Torre de Paramos; sin embargo,  los adoradores de belenes galácticos, bañados por la  luz cegadora de millones de frías bombillas LED como el de Vigo, se quejan de que en el centro urbano el alumbrado navideño no se asemeje a esa especie de Vía Láctea de la ciudad olívica que dicen que amamanta al comercio local.
Inauguración del alumbrado de Navidad, ayer en Tui. // D.B.M.
 Acto inaugural de encendido de la iluminación navideña.  Tuy -2018.

Quizás el Gobierno tudense, indudablemente impregnado de sentido de solidaridad en el dolor, además de obligado institucionalmente, ha querido renunciar al tentador populismo, y, en ejercicio de  contención responsable,  haya decidido que el pabellón lumínico municipal de la Navidad luzca dignamente a media vela como  muestra de respeto por las víctimas resultantes del siniestro.
¡¡¡Feliz Navidad!!!
                                             José Antonio Quiroga Quiroga