No se dice de manera expresa, pero se alardea de modo sobrentendido, por parte
de algunos directivos del club KAYAK (entidad deportiva sin ánimo de lucro),
para justificar las ayudas y
subvenciones municipales recibidas, o la demanda de costosas obras de mejora y
ampliación de las instalaciones, que el Ayuntamiento pone a su disposición, al pregonar
que, allá dónde vayan a competir, dentro
y fuera del territorio nacional, acostumbradamente con éxito, procesionan, muy
alto, el pabellón tudense, con lo cual los beneficios de promoción turística
derivados de esta publicidad, amortizan las ayudas establecidas y también las referidas
demandas.
Dejando a un lado el prurito local colectivo, un tanto fatuo y
evanescente, de presumir de
campeones/as, no es demostrable que los podios internacionales en piragüismo y
remo de nuestros clubs más representativos: Kayak y Penedo, tengan incidencia
significativa en número de visitantes a nuestra ciudad, si bien, en principio, tampoco
se puede afirmar lo contrario. Sin embargo, basándonos en que no parece que los
astros y estrellas de otros deportes muchísimo más populares (fútbol, tenis,
automovilismo, etcétera, en menor medida el atletismo), y en segundo lugar los
respectivos clubes con los que se les asocia, pese a la idolatría profesada a ambos, generen
peregrinación alguna a los respectivos lugares de nacimiento o lugar de ubicación de unos y otros.
Como contribuyente, acepto de buen grado las ayudas establecidas en
convenio, de 20.000,00 euros anuales al club Kayak, y de 4.000,00 al club
Penedo, para la práctica deportiva de categoría base, o deporte formativo (el
que practican niños y jóvenes con el objetivo de competir al máximo nivel
cuando alcancen ( mejor que adultez) la condición adulta; aunque prefiero que los centros municipales
estén destinados, preferentemente, a la práctica deportiva de tipo recreativo u
ocio, de mero ejercicio físico, sin la tiranía que impone el cronómetro,
para disfrute placentero de esa gran mayoría social excluida que no aspira a ser
campeón de nada, sino a disfrutar de un río maravilloso, como medio que
contribuye a ser un poco más feliz en la vida.
Pero no considero de recibo, por inadmisible, la arrogante e insolente
imposición de algunos directivos del Kayak (sin que mediase reproche conocido
del presidente del club) de exigir, reiteradamente y por vía de apremio, que se
destinen, nada menos que 650.000,00 euros en obras de ampliación y mejoras de las
instalaciones actuales. Deberían ser más prudentes, mayormente y
particularmente si se tiene cuenta que buena parte de labor no altruista desarrollada por
los referidos directivos no se ajusta a la clasificación de entidad sin ánimo
de lucro del club que los acoge, ni a la cláusula del convenio con el
Ayuntamiento relativa a este punto. No es legítimo, pues, ni legal, servirse,
como parece, de unas instalaciones públicas para obtención de ingresos a
mayores por parte de ningún particular. Debería esta entidad mirarse en el espejo
del club Penedo, que como receptores de subvención cinco veces menor, con inferiores instalaciones, y logros deportivos nada despreciables, en una modalidad de mayor prestigio y por ello más competida, como el remo, al menos
no trasladan a la esfera pública demandas de semejante calibre, ni con ese tono.
Los deportes acuáticos, particularmente, el piragüismo, apenas tienen
eco mediático porque no son atractivos para el gran público. De serlo, no les
faltarían patrocinadores que les financiasen
los gastos necesarios para la práctica profesional de alta competición.
No pretendo romper ni frustrar ningún sueño de gloria personal, pero, si tan importante
para España son los éxitos deportivos, que la Federación respectiva asuma lo que corresponde.
Nadie alberga duda alguna de que el principal activo turístico, aparte
de seña de identidad (este sí es un verdadero pabellón del que estar
orgullosos), es el Casco Histórico de Tuy, con la catedral a la cabeza (que
solo por la cantidad de excursionistas que atrae, justifica, a título individual,
sobradamente, que la Iglesia esté exenta de pagar el correspondiente IBI), que no necesita ser
sacado a paseo, sino ser paseado, sin embargo, no tengo conocimiento, a lo
largo de más de veinte años, o de bastantes más, de atención alguna, más allá del hueco discurso de
rigor para la ocasión, de inversión de magnitud equivalente en el mismo.
Mientras persigamos señuelos, y no tengamos claridad de ideas para reconocer lo que
es fundamental y prioritario, y decidir qué debemos cuidar y en qué debemos
invertir, no saldremos de la decadencia física y económica que nos atenaza y
ahoga.
Decía, el recientemente fallecido Rafael Sánchez Ferlosio, premio Cervantes de las letras, que lo que más le irritaba de la sociedad era la cultura de victoria.
Decía, el recientemente fallecido Rafael Sánchez Ferlosio, premio Cervantes de las letras, que lo que más le irritaba de la sociedad era la cultura de victoria.
José Antonio Quiroga Quiroga
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