Previo
al relato sobre la charla ofrecida por Camilo
Nogueira en las dependencias de la UNED de Tuy dentro del “Ciclo Mártires de Sobredo” a la
que acudí por error creyendo que ahondaría en los trágicos acontecimientos que
precedieron la abolición de los foros
agrarios, pero que trató sobre “Galiza unha das primeiras nacións de Europa”, traslado
aquí, de manera resumida, a modo de
preámbulo, un pronunciamiento de Theodor
W. Adorno sobre ese desvarío colectivo de la razón que es el nacionalismo.
Dice, pues, Theodor, que “el nacionalismo incrementó el narcisismo colectivo;
es decir, incrementó hasta lo inconmensurable la vanidad nacional”. Esos
impulsos narcisistas de los individuos, necesitados de una identidad que la
sociedad les niega al relegarlos y disolverlos individualmente en el anonimato,
encuentran satisfacción sucedánea en la identificación ilusoria con la
totalidad. Una variante de nacionalismo (palabras mías) son las banderas del
deporte, cuyo exponente máximo son las de los clubs de fútbol, en las que se envuelve o se enfunda una mayoría de
perdedores en la vida en busca de redención para sentirse, aunque sea
ocasionalmente, campeones. “No hay nada
que los hombres, y especialmente en colectividad, no estén dispuestos a inmolar
en el altar de la autoafirmación y la soberbia” (Rafael Sánchez Ferlosio). Este
sentimiento tribal se observa en lo que llamo nacionalismo de parroquia, que
lleva a éstas a tratar de ser más o de no ser menos que las vecinas, y que se
pone de manifiesto en múltiples ocasiones, como p.e., en la rivalidad absurda
de las tiradas de cohetes con motivo de las fiestas patronales.
Pues
bien, secundado por la presentadora del acto, que ofició de sacerdotisa ideológica
bendiciendo oportunamente con lentos asentimientos de cabeza lo que iba exponiendo el
conferenciante a un auditorio de fieles comulgantes, comenzó su exposición
Camilo Nogueira (BNG) con esta frase plena de orgullo de supremacía de raza y
de condescendiente suficiencia: “bueno, non vou a falar de Colón”. Mejor así,
ahora que recientes hallazgos refuerzan la teoría sobre el origen portugués del
intrépido navegante.
Prosiguió
Camilo Nogueira con la descripción, si
no reivindicativa sí tocada de añoranza, de los otrora extensos dominios del
reino de Galicia que, interesadamente, algunos asocian a la muy anterior
Gallaecia Romana; de sus significados reyes y del papel, a su entender, determinante de alguno
de éstos en la reconquista de la península ibérica, aunque de manera bastante
desordenada como reconoció al final de la alocución el ponente.
En
la fase de coloquio pregunté a qué época habría que retrotraerse para
determinar extensión y fronteras del reino de Galicia, y qué legitimidad, desde
la perspectiva democrática, tendría tal reino si todas las naciones se han
formado por la fuerza de las armas. No soy capaz de recordar la respuesta por
confusa. También pregunté, luego de manifestar mi defensa de la lengua gallega,
de lo conveniente de conservar y preservar la identidad cultural y tradiciones,
sobre el interés y necesidad, en
términos de desarrollo en general, de alcanzar la independencia territorial.
Mirando descortésmente hacia un lateral, dando a entender que le molestaban mis
acotaciones, dijo: “vostede é un pesimista”. Antes se escucharon voces apasionadas
como: “fora de Galicia os galegos trátannos como animais”; ¡ Galicia é a
primeira potencia pesqueira do mundo”.
En
medio de la densa atmósfera nacionalista no me atreví a preguntar sobre la
aparente contradicción o ausencia de coherencia de la ideología integrista basada en la defensa
radical de la identidad de raza e idiosincrasia “enxebre” galega con la adopción de niños africanos por parte
de significados/as militantes del BNG.
José Antonio Quiroga Quiroga
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ResponderEliminarNo se aproxima ni remotamente a lo xenófobo. Solo digo, y está bien claro, que es contradictorio con el radicalismo del BNG en cuanto a identidad de raza. Este radicalismo identitario, que lo remiten a los orígenes suevos, sí que tiene tintes de xenófobo. Y no pienso volvérselo a explicar. Y no se ponga dramático, ni se dé por ofendido, que no por ello tiene más razón.
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