sábado, 21 de octubre de 2017

Charla nacionalista

Previo al relato sobre la charla ofrecida por  Camilo Nogueira en las dependencias de la UNED de Tuy  dentro del “Ciclo Mártires de Sobredo” a la que acudí por error creyendo que ahondaría en los trágicos acontecimientos que precedieron  la abolición de los foros agrarios, pero que trató sobre “Galiza unha das primeiras nacións de Europa”, traslado aquí, de manera resumida,  a modo de preámbulo, un   pronunciamiento de Theodor W. Adorno sobre ese desvarío colectivo de la razón que es el nacionalismo. Dice, pues, Theodor, que “el nacionalismo incrementó el narcisismo colectivo; es decir, incrementó hasta lo inconmensurable la vanidad nacional”. Esos impulsos narcisistas de los individuos, necesitados de una identidad que la sociedad les niega al relegarlos y disolverlos individualmente en el anonimato, encuentran satisfacción sucedánea en la identificación ilusoria con la totalidad. Una variante de nacionalismo (palabras mías) son las banderas del deporte, cuyo exponente máximo son las de los clubs de fútbol, en las que  se envuelve o se enfunda una mayoría de perdedores en la vida en busca de redención para sentirse, aunque sea ocasionalmente, campeones.  “No hay nada que los hombres, y especialmente en colectividad, no estén dispuestos a inmolar en el altar de la autoafirmación y la soberbia” (Rafael Sánchez Ferlosio). Este sentimiento tribal se observa en lo que llamo nacionalismo de parroquia, que lleva a éstas a tratar de ser más o de no ser menos que las vecinas, y que se pone de manifiesto en múltiples ocasiones, como p.e., en la rivalidad absurda de las tiradas de cohetes con motivo de las fiestas patronales.
Pues bien, secundado por la presentadora del acto, que ofició de sacerdotisa ideológica  bendiciendo oportunamente con lentos asentimientos  de cabeza lo que iba exponiendo el conferenciante a un auditorio de fieles comulgantes, comenzó su exposición Camilo Nogueira (BNG) con esta frase plena de orgullo de supremacía de raza y de condescendiente suficiencia: “bueno, non vou a falar de Colón”. Mejor así, ahora que recientes hallazgos refuerzan la teoría sobre el origen portugués del intrépido navegante.
Prosiguió Camilo Nogueira con la descripción,  si no reivindicativa sí tocada de añoranza, de los otrora extensos dominios del reino de Galicia que, interesadamente, algunos asocian a la muy anterior Gallaecia Romana;  de sus  significados reyes y del  papel, a su entender, determinante de alguno de éstos en la reconquista de la península ibérica, aunque de manera bastante desordenada como reconoció al final de la alocución el ponente.
En la fase de coloquio pregunté a qué época habría que retrotraerse para determinar extensión y fronteras del reino de Galicia, y qué legitimidad, desde la perspectiva democrática, tendría tal reino si todas las naciones se han formado por la fuerza de las armas. No soy capaz de recordar la respuesta por confusa. También pregunté, luego de manifestar mi defensa de la lengua gallega, de lo conveniente de conservar y preservar la identidad cultural y tradiciones, sobre el interés y  necesidad, en términos de desarrollo en general, de alcanzar la independencia territorial. Mirando descortésmente hacia un lateral, dando a entender que le molestaban mis acotaciones, dijo: “vostede é un pesimista”. Antes se escucharon voces apasionadas como: “fora de Galicia os galegos trátannos como animais”; ¡ Galicia é a primeira potencia pesqueira do mundo”.
En medio de la densa atmósfera nacionalista no me atreví a preguntar sobre la aparente contradicción o ausencia de coherencia  de la ideología integrista basada en la defensa radical de la identidad de raza e idiosincrasia “enxebre” galega  con la adopción de niños africanos por parte de significados/as militantes del BNG.
                         José Antonio Quiroga Quiroga


3 comentarios:

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  3. No se aproxima ni remotamente a lo xenófobo. Solo digo, y está bien claro, que es contradictorio con el radicalismo del BNG en cuanto a identidad de raza. Este radicalismo identitario, que lo remiten a los orígenes suevos, sí que tiene tintes de xenófobo. Y no pienso volvérselo a explicar. Y no se ponga dramático, ni se dé por ofendido, que no por ello tiene más razón.

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