El señor
Cabaleiro, alcalde de Tuy de carambola a cuatro bandas, demuestra tener una
visión distorsionada de lo que significa el Día Internacional de la Mujer. Debe
creer que lo que corresponde el 8 de marzo se encuadra en el mismo marco de
atenciones que el del Día de la Madre en la que lo esperado es ir con flores a
María. Sepa nuestro regidor que tal fecha no es en absoluto motivo de
celebración festiva sino de reivindicación. El Día de la Mujer se alza sobre un trágico pasado de muertes de mujeres
que lucharon por sus derechos laborales, y conmemora esa guerra por la independencia, todavía
vigente, aunque ampliada, en conseguir su
desarrollo íntegro como persona en la sociedad participando en pie de igualdad con el hombre; con el que, para mayor
agravio, tiene abierto otro contencioso trágico con la violencia de género.
Si bien el
Ayuntamiento de Tuy se sumó a la conmemoración con la campaña: “Pola Igualdade
Real”, desarrollada a través de la radio municipal con entrevistas a mujeres
emprendedoras, con el objetivo de
visibilizar el papel de ésta en la sociedad y así tratar de acercarse un
poco más a la verdadera igualdad, y que en anterior ocasión había demostrado
sensibilidad feminista, aunque exacerbada, al eliminar la figura neutra de la
Reina de las Fiestas del Patrono de la ciudad, el alcalde actuó reaccionariamente
en dirección contraria al invitar a una comida a las mujeres funcionarias, como
si de una fiesta se tratase. Quizá entendiese que lo era de consolación, como a
la vieja usanza, ofreciendo un gesto de condescendencia, de pretendido y ofensivo desagravio, un detalle galante de viejo
patriarca o de rancio caballero, para salir del trance, pero que deja las cosas como estaban.
Este
comportamiento me trae el recuerdo de tiempos, no muy lejanos, en que algunos empresarios, que explotaban a
las mujeres laboralmente, pretendían luego beneficiarlas regalándoles frascos
de perfume. Lejos de mi intención establecer comparaciones tanto en el método como en
los objetivos, pero sospecho que con la comida dada a las funcionarias, que
pagamos todos los contribuyentes, nuestro alcalde no pretende otro favor que el electoral.
Como
contribuyente fiscal quiero dejar claro que, aunque parte de mis impuestos
hayan ido involuntariamente a sufragar la referida comida, no por ello me
considero contribuyente, sino todo lo contrario, en perpetuar arcaicos patrones
de tratamiento paternalista a las mujeres, sobre todo porque ellas no los
necesitan.
José Antonio
Quiroga Quiroga
Si señor
ResponderEliminarMás claro imposible, hay mucho ignorante que se cree listo en nuestro Concello