miércoles, 27 de abril de 2016

La voz de sus Amos

Es comentario recurrente que el ayuntamiento de Tuy tiene más de un alcalde.  También se dice lo contrario, aunque viene a ser lo mismo, que tiene uno solo, pero que no es el elegido. Incluso que, atendiendo a determinados campos, tiene tres.
No debe ser fácil dirigir y articular un gobierno compuesto por cuatro partidos que, en mayor o menor medida, funcionan como reinos de taifas. Y de manera más diferenciada cuánto más próximas estén las elecciones. Pero se torna especialmente complicado cuando un Tiranosaurus Rex  de la política forma parte del grupo. Si de ordinario se necesita mucha mano izquierda, en casos difíciles, como el apuntado, además de desapego al sillón, es fundamental tener firmeza de carácter y condiciones de líder, características que el alcalde oficial, de espalda vencida, parece carecer.
 La gobernabilidad no estaría supeditada a caprichos personales, chantajes velados e intereses partidarios de cada formación si se hubiese aprobado un programa de consenso cuando se negociaba la alcaldía y el grupo de gobierno. Pero no ha sido así. He asistido a una de las reuniones de partidos previa al acuerdo  final y en ella la discusión  giraba solo y exclusivamente en torno al tira y afloja de reparto de concejalías. Lo mismo que se le ha criticado a Podemos sobre su exigencia de carteras ministeriales, si bien este partido iba con el programa por delante.  
Tal es el entreguismo del titular de la alcaldía, que ha delegado la presidencia de las comisiones informativas, de la que él es presidente natural, en el primer teniente de alcalde. Quizá éste se lo haya exigido para cobrar las remuneraciones correspondientes, que el regidor no puede por tener salario asignado. O también para que el señor Cabaleiro pueda entregarse a su ocupación favorita: al vicio solitario de fisgonear y cultivar populismo del más barato en la red social  Facebook. Lo malo  es que el primer teniente de alcalde, persona de cuarto de sonrisa esquinada  e ironía burlona, es pésimo interlocutor para negociar propuestas con la oposición. Y lo peor, que el “regidor” no tendrá  más referencia de las reuniones con los partidos  que la que el referido presidente en funciones tenga a bien transmitirle.
Tras el desencanto con los políticos nativos, la llegada a la alcaldía de un político de importación, proveniente del Ayuntamiento de Salceda, especie de West Point de la política municipal,  despertó el optimismo de no pocos tudenses, pero a los diez meses en el cargo se descubrió, para desencanto general, que la Academia salcedense había alumbrado un hombrecillo medroso, emboscado en su cara de palo y  parquedad en palabras 

                        José Antonio Quiroga Quiroga

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