viernes, 19 de febrero de 2016

Desenterrar el Entierro del Bacalao


Después de haber hablado con los  gestores municipales del entierro del bacalao del carnaval tudense, he comprobado que los comentarios que había recogido de algunos particulares involucrados en el  mismo tenían más carga de sal de la que envolvió el controvertido proceso. Procede, por mi parte, a determinadas precisiones, sin perjuicio de que añada algunas reflexiones.
No es exactamente cierto, tal y como digo en el escrito, “Enterrar el entierro del Bacalao” que el testamento “original” elaborado por el habitual y único equipo en este menester, encabezado por José Manuel Caballero, haya sido rechazado de forma expresa como consecuencia de censura. Ni tampoco que la comitiva tradicional se haya plegado al dictado de la responsable de la delegación de cultura. Digo que no es exactamente cierto porque, si bien  no ha habido rechazo expreso, entiendo que lo ha habido de manera indirecta o, dicho en términos más de actualidad, de manera diferida. Deliberadamente se apartó de la escena a quienes, a su manera, dieron cuerpo y convirtieron en tradición la lectura del testamento del entierro del bacalao tras veinticinco años de representaciones. Refuerza la hipótesis de apartamiento la opinión vertida, impropia de un representante público, en respetable desacuerdo con la puesta en escena y el contenido de los testamentos, que tal comitiva no es más que una panda de borrachos. Estoy seguro de que a diario y cuando elaboran el testamento no están borrachos, y que achisparse durante el carnaval es bastante común en un festejo de estas características. Y, para bien del espectáculo, casi ritual obligado para muchos humoristas, entre ellos, Tip y Coll,   el colocarse antes de subir al escenario. Tampoco es  exacto lo relativo al plegamiento del grupo, ya que el testamento, como de costumbre, se había redactado, y el portavoz, megáfono en mano, trató de subir al palco para leerlo, pero desistió ante la presencia de dos colaboradores del festejo que flanqueaban la estrecha escalerilla de acceso que, precisamente, no estaban allí para darle la bienvenida.


Si bien el Ayuntamiento estableció reglas para la celebración del entierro del bacalao, no es menos cierto que no se aplicaban; se dejaba que las cosas fluyeran de natural, lo cual redundaba en beneficio de la salud, la autenticidad del espectáculo y de la libertad de expresión. Y que, a falta de otras iniciativas, se daba por hecho la participación libre del grupo habitual. Cuando la política, que todo lo quiere controlar para que se note su mano, administra la cultura, sobre todo la popular, el resultado es un sucedáneo lastimosamente edulcorado. ¿Qué crítica política mordaz cabe esperar de un testamento por encargo y pagado,  asignado a personas foráneas que desconocen las intrigas y pormenores de la política local, y a las que se les invita a satirizar lo que ocurre en otros ayuntamientos porque “al entierro del bacalao de Tuy acude mucha gente de afuera”?  El resultado es bien conocido por todos.
Debo decir que, como muestra de agradecimiento por contribuir a dar contenido a la fiesta, el Ayuntamiento solía invitar al grupo del entierro a una cena. Que tampoco es lo deseable en cuanto que tal familiaridad coarta en alguna medida la libertad de redacción del testamento.
A la vista de los hechos, y si se mantiene la línea emprendida, cabría realizar una especie de biblia bufa compuesta por los libros, el Antiguo testamento, inclemente y corrosivo, cuyo ciclo parece haber concluido, y el Nuevo, incierto y en curso, totalmente “light” por considerado con sus inspiradores.


Considero, pues, que en las manifestaciones festivas populares el Ayuntamiento no debe tener más intervención que la de regular el orden público y en dotarlas de medios que posibiliten y potencien su realización.  Al margen de que sería enriquecedor dar participación, a modo de competición, a todos los grupos que deseen aportar su particular sentido del humor.


                          José Antonio Quiroga Quiroga

No hay comentarios:

Publicar un comentario