lunes, 15 de julio de 2019

La responsabilidad de mantener y ejecutar los PERI de San Bartolomé.





No hay gestión municipal más importante y provechosa que la de sentar las directrices del desarrollo urbano de las ciudades. Y tal garantía de prosperidad se establece mediante los Planes de Ordenación Urbanísticos.

Tuy dispone de un Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM), aprobado en marzo de 2011,  para una población aproximada de 25.000 habitantes, que cabe revisar a los ocho años de vigencia cuando circunstancias concretas muevan a ello; y modificar en cualquier momento. Pero toda modificación “deberá fundamentarse en razones de interés público debidamente justificadas y encaminadas a la mejora sustancial de la ordenación urbanística vigente.  

Resulta que los Planes Especiales de Reforma Interior (PERI) del barrio tudense de San Bartolomé no fueron bien recibidos por parte de algunos propietarios de terrenos afectados por esta figura de planeamiento por la incapacidad económica para desarrollarlos. Los “influencers” locales,  antes llamados  caciques de barrio, han trasladado la disconformidad vecinal a la alcaldía, basada en la aparente contradicción de estar obligados a pagar el IBI correspondiente a suelo urbano pero privados de edificar en dichos terrenos mientras no se ejecuten los referidos PERI. La demanda, prácticamente exigencia, formulada en un pleno, de que se sustituyesen los PERI por la Ordenanza 4 (edificación unifamiliar aislada, pareada o adosada), que condena la ordenación urbanística a una anarquía edificatoria próxima a la del núcleo rural, cosechó el compromiso, por circunstancia preelectoral, del  entonces alcalde, Carlos Padín,  de consignar 50.000 euros, de los 80.000 necesarios para iniciar los trámites conducentes a tal modificación.


PERIs del barrio de San Bartolo


Con el nuevo Gobierno, cuya orientación ideológica coincide con la del significado “influencer”, no es aventurado presuponer que la reclamación será atendida, porque es la solución política más sencilla y más cómoda, pues dispone de la coartada de que todos los partidos que concurrieron a las elecciones locales llevaban en sus programas la eliminación de los referidos PERI (se trataba de no perder votos, ahora se trata de gobernar), pese a que tal medida no se fundamenta en el interés público, sino en el privado de unos particulares, ni supone mejora sustancial de la ordenación de la ordenación urbanística aprobada, sino muy al contrario. Sin embargo, de la alternativa que posibilita llevar a término el desarrollo de los PERI, que no es otra que la facultad y capacidad  del Ayuntamiento para  asumir la ejecución de los PERI, no se habla ni se contempla simplemente porque resulta trabajosa y lenta, pero no porque resulte gravosa, ya que cabe financiarlos parcialmente a través de la imposición de contribuciones especiales, y, posteriormente, mediante el cobro de las plusvalías cuando se vendan los solares o los inmuebles sobre ellos construidos. A propósito del impuesto de plusvalía, procede decir que su eliminación por el citado exalcalde, ha sido una medida netamente populista y nociva para el crecimiento urbano en cuanto que retrae la acción urbanizadora municipal, pues no hay impuesto más justificado socialmente que éste, ya que de la riqueza, a veces auténtica fortuna, que el Ayuntamiento entrega a la ciudadanía mediante la recalificación de terrenos y solares, con aumentos de edificabilidad o mejoras urbanas, sin que los propietarios  hayan puesto nada de su parte, solo revierte, mediante la aplicación de dicho impuesto, un pequeño porcentaje a las arcas municipales. Con este tipo de recaudación el Ayuntamiento puede generar más riqueza acometiendo otros PERI o aperturas de nuevas calles contempladas en el PXOM; iniciativa que se echa muy en falta en nuestro municipio, y que redunda desfavorablemente en el progreso local.

Se equivocan, pues,  unos y otros. Los políticos, de manera interesada, porque no planifican más allá del corto plazo, y son rehenes de las medidas populistas que garantizan la permanencia en el cargo; y los particulares, de visión corta, al  considerar el IBI urbano un impuesto improcedente, sin percatarse de que el mayor aprovechamiento edificatorio y mejor ordenamiento urbanístico del suelo que los PERI conllevan,  es  fuente de riqueza en el futuro. Cuando se abordan asuntos de este calibre y trascendencia se ve con claridad la frivolidad de ciertos dispendios orientados a cultivar orgullos estériles, que por su importante cuantía no dudan en calificar de inversiones.  

  Si de verdad aspiramos a desarrollar Tuy de manera racional y ordenada,  a preservar y potenciar la belleza natural de nuestro enclave, a disponer mejores condiciones de hábitat,  y convertirlo en  lugar deseable para vivir, el condenar a la anarquía edificatoria la mejor área de expansión residencial disponible, sería una irresponsabilidad política de carísimas consecuencias económicas y ambientales en el futuro, y un perjuicio económico a medio plazo para los propietarios.

No acumulemos más errores y cargas urbanísticas de las que ya padecemos, a riesgo de sumir Tuy en el estancamiento y la miseria. Aquellos que no entiendan estas cosas habrá que devolverlos al lugar de donde vinieron.


                          José Antonio Quiroga Quiroga


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