lunes, 17 de junio de 2019

Tuy y Valença, ¿separados o unidos por el río Miño?


  En tiempos de exaltación patriótica de las dictaduras salazarista y franquista en que las circunstancias sociales, económicas y políticas en  Portugal y España eran más desiguales,  pero en cualquier caso poco gratificantes, y precarias las vías de comunicación entre ambos países, la rivalidad nacional latía a flor de piel en las dos orillas del río Miño. Los habitantes de ambos lados de la frontera Tuy-Valença percibíamos, con engañosa satisfacción, quizá por prurito chauvinista o por la necesidad de sacudirse el complejo de ser los pobres y atrasados de Europa a costa de los vecinos, que por fortuna el río Miño nos separaba los unos de los otros. Si bien en buena medida el río siempre constituyó una barrera a los movimientos por tierra, la  cualidad de la superficie acuática como transmisor acústico servía para mantener vivo el pique, que no contienda, existente entre ambas poblaciones para cruce de provocaciones e improperios, la mayor parte de las veces como mera diversión.
Panorámica de Tuy y Valença desde el mirador de Santo Domingo

  Con la llegada de la democracia y la desaparición de las fronteras en la Unión Europea,  el mayor desarrollo económico y social, y las políticas de acercamiento, valençianos y tudenses, nos hemos ido avecinando y confraternizando progresivamente hasta  la cristalización de esa figura comunitaria y prometedora llamada Eurociudad. Sin embargo, tanto tiempo de alejamiento ha impregnado las conciencias de tal modo que todavía hoy el río sigue percibiéndose como elemento de separación.
Panorámica aérea de Valença y Tuy

La diplomacia integradora del discurso político actual concerniente a la relación histórica entre ambos pueblos,  proclama gozosa el río Miño como espléndido cauce fluvial de unión, pero, topológicamente, en términos matemáticos de continuidad o interrupción de territorios, el río Miño, compartido por mitades por los dos países, no separa (tendría que ser espacio neutral o perteneciente a país diferente) ni une (no cumple la función de articulación, ajena a las partes que vincula), sino que es espacio de concurrencia de límites y vía náutica de comunicación. Pero por encima de la árida profundidad de la precisión  matemática, del frío bisturí que virtualmente delimita, se impone con contundencia  sobrecogedora la lírica paisajística que nos cautiva por igual por esa hermosura de encuentro, por esa  plástica confluencia acuática seductora, por ese embriagador y dulce abrazo líquido de concordia y sutil vocación fraternal, espejo en el que nos miramos portugueses y españoles.

 

                              José Antonio Quiroga Quiroga

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