La extremadamente dolorosa tragedia ocasionada por la explosión de un almacén clandestino de material pirotécnico, que tiene sobrecogida a la población tudense, ha dado lugar al afloramiento de la irracionalidad expresiva de cierta parte de su vecindad en su variado catálogo de manifestaciones: saña descarnada, frívola e irresponsable en la identificación de responsables, malignidad, intransigencia, incomprensión, etc., que revelan la catadura de quienes exteriorizan sin pudor alguno, y lo que es peor, convencidos de que, aplicando esta negativa e insana presión, contribuyen a remediar la desesperada situación con más prontitud; cuando en realidad solo añaden agobio, fatiga y desaliento a quienes desde la Administración Local (alcalde, concejales y funcionarios) y desde el ámbito particular, con denodado esfuerzo y sobrecarga de trabajo, están volcados en el auxilio de los damnificados.
Esta es, lamentablemente, su extraña manera de ayudar. Sin embargo, resulta chocante la dureza mostrada con los que de verdad pueden ayudar y de hecho ayudan, con la benevolencia y gracias dadas al Santo Patrono del municipio por su supuesta inestimable labor de "protección".
Permítanme, tan solo por un momento,
que me ponga en el lugar de dichos bárbaros y adopte parecida postura ejerciendo la
irracionalidad que les es propia, al tiempo que pido disculpas por mostrarme
irreverente, e invirtiendo mirada y perspectiva con respecto a los supuestos
culpables y benefactores, formulando la pregunta siguiente: ¿Cómo es posible,
como se explica, Santo Patrono, que hayas permitido que explotase el almacén
clandestino con material pirotécnico, si desde tiempo casi inmemorial los
fuegos de artificio tirados a mayor honor y gloria Tuyos provenían de la empresa
propietaria de dicho almacén?
José Antonio
Quiroga Quiroga
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