Aprovecho la
oportunidad, ahora que el Paseo de la Corredera ha recuperado su verdadero carácter,
imagen y diafanidad, al haberse retirado las banderas que lo jalonaban como si se tratase, falsamente, de un puerto
deportivo o de un recinto ferial, y no como corresponde a un espacio
perteneciente al recinto histórico de la ciudad, cuya estética está regulada por
determinadas reglas, para tratar de corregir la errónea “versión” al gallego
dada al mismo como Paseo da Corredoira. Denominación improcedente, por partida doble:
primero, por aplicación errónea de la
palabra Corredoira: “camiño de carro, estreito e profundo que discorre entre
valos ou outras elevacións do terreo”), pues Corredera es nombre con el que se
designa, en varias localidades de España,
a calles y plazas, que estaban próximas a las ferias de ganado, en las que se probaban
los caballos haciéndoles correr para ver si tenían algún defecto; y, segundo, porque,
de manera redundante y absurda, significa, literalmente, Paseo del Camino.
Entiendo, en ausencia de criterio más autorizado, que la traducción que más se
acerca a la verdadera acepción, dado que en gallego no existe una palabra que
designe tal actividad, sería, Paseo das Carreiras, o Paseo da Corredera, como indican algunos traductores. Es de
lamentar que nomenclaturas impropias propicien la pérdida de las referencias y
esencias etimológicas de determinados lugares, que han sido escenario del
desarrollo de las culturas locales, en
este caso, del tan relevante, social y urbanísticamente, Paseo de Tuy.
Si de verdad defendemos la lengua gallega, no permitamos que se nos pueda decir
que en la ciudad que fue antiguo reino
de Galicia no sabemos emplearla con propiedad.
Imagen recobrada de la Corredera tras la retirada de las banderas |
Ya puesto a
hablar de la Corredera, quiero detenerme en el conjunto escultórico ecuestre de
la Glorieta de Vigo. Mal ubicado, y colocado con calzador, por una debilidad propagandista
del artista (pretendía que fuese vista por el máximo de transeúntes, al tiempo
que potenciales clientes). Y pobremente complementado con un estanque de jardín
casero que rodea una base formada por “encachotado”
ordinario de piedra.
Digo que está
mal ubicado porque toda escultura, por su singularidad e importancia, debe
presidir el espacio tributario sobre el que se asienta, sin que se lo dispute
ningún otro objeto. En este caso es patente es conflicto de competencia
existente entre la pérgola y la escultura, dada la apretada vecindad; además de
la reducción de espacio libre de la glorieta que ha causado la implantación de
la escultura. Si ya la base de “encachotado” es un menudillo de piezas sin
dignidad alguna, un problema de filtración de aguas del estanque, que ha
causado daños a un semisótano comercial próximo, y que el Ayuntamiento hubo de
costear las reparaciones, el burdo encintado con cemento especial para impermeabilización
de las juntas de la piña de mampuestos, añade más vulgaridad al conjunto.
Lo procedente
sería retirar el conjunto y colocarlo en otro lugar, a elegir, pero como es
operación cara, y hay otras necesidades más apremiantes, considero que se
debería eliminar el ridículo estanque oval, recortar la base alargada de “cachotes”,
para liberar espacio, y sustituir un buen número de ellos por unas pocas rocas
de considerable dimensión ( por razones estéticas y de robustez expresiva, debería ser una sola la que sirviera de base la
que debió colocarse), como si estuviese apoyada en un subsuelo rocoso. Con ello
ganarían en dignidad el propio conjunto escultórico, la pérgola y el espacio
disfrutable de glorieta.
Encintado burdo que añade vulgaridad al conjunto
Detalle de la grosería de encintado de impermeabilización
Las intervenciones en los cascos históricos, máxime en piezas artísticas, no deben llevarse a la ligera y sin el asesoramiento de expertos, a riesgo cierto de incurrir en errores que menoscaban, la ya maltrecha de belleza urbana y paisajística que posee Tuy
José
Antonio Quiroga Quiroga
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