Desde el momento
de la democracia en que nos hemos creído ricos, digamos que veinticinco años atrás, empezó a desarrollarse
en el ámbito político, mayormente en el
municipal, y sin distinción de ideologías,
un populismo galopante consistente en cultivar lo accesorio en
detrimento de lo fundamental; en ensanchar el campo de acción mediante la
apropiación y control, como patrocinadores, de asuntos menores tales como
festejos y eventos de todo tipo, y en
extender las redes clientelares mediante
el perverso y dilapidador procedimiento de la subvención a toda asociación, cultural, micológica o de hip hop;
club deportivo o de ajedrez, con la doble finalidad de contentar a la gente (el pueblo tradicionalmente
ha sido muy agradecido con el
entretenimiento), y mantener el voto cautivo para mantener el poder.
Las cuentas
gran capitán de hoy día de los ayuntamientos se desgranan así: en pólvora, “lucerío”,
y fuegos de artificio, tantos cientos de miles de euros por ejercicio; en
ferias, festejos, dádivas y subvenciones, tantos millones, …. y, querido y
respetado pueblo, ¡ay!, la casa sin barrer.
Decía Cicerón,
en un contexto social en el que la “chusma” era abrumadoramente mayoritaria,
que la democracia era “horrible”. Tampoco Winston Churchill tenía mejor opinión
de ella: “el mejor argumento en contra de la democracia es tener una
conversación de cinco minutos con el votante medio”. Un indicador mundial de la
sabiduría popular lo tenemos en la elección de Donald Trump.
En la esfera
municipal la dictadura ofrecía la ventaja de que como los alcaldes eran
elegidos, con mejor o peor acierto, por los gobernadores de entre las personas
con relieve social, y la reelección de
los mismos no dependía de la buena o
mala opinión que de ellos tuviese la ciudadanía, la labor que desarrollaban se
centraba, generalmente, en las necesidades reales de los municipios.
Actualmente, solo al cabo de muchos años, porque el ahogo y parálisis que
acarrean las carencias en infraestructuras e instalaciones es dolorosamente
perceptible, nos vamos percatando de lo pernicioso de las políticas populistas practicadas
por incompetentes aunque cualificados embaucadores. Estas prácticas populistas
(como el ridículo paternalismo ejercido a través de la Web del Concello de
invitarnos a pasear los domingos soleados, genialidad, creo, de un tal
Ribagorda) que consumen recursos, tiempo y energías, se acentúan con gobiernos
multicolores, como el actual cuatripartito de Tuy, en el que cada representante
trata de arrimar, y con éxito, el ascua a su sardina, (en ello le va la reelección), exigiendo mayor
partida presupuestaria para sus respectivas delegaciones. El resultado es que a
concejalías menores como, p.e. Deportes y Eurociudad, incluso Cultura, si
valoramos la que se ofrece, se destinan cantidades que normalmente no les
corresponden, y que dejan en bochornosa inferioridad los cuarenta mil euros
presupuestados en 2016 para inversiones.
Fiestas genuinamente
populares como el carnaval, recurso del pueblo para críticar a los poderes, han
sido secuestradas, organizadas y patrocinadas por los ayuntamientos bajo la
etiqueta de actos culturales con mayúsculas. Hasta tal punto que las coplas del
Entierro del Bacalao del carnaval tudense han sido contratadas a dos actrices,
por la cantidad de 900 euros, para que no se hablase del gobierno local. La
ambientación navideña de Tuy también la asume el Ayuntamiento, con profusión
lumínica, metida en la desmesura, muy superior a la exhibida en la vía de mayor
nivel comercial de Madrid como la calle Serrano, o de mayor concentración como
Fuencarral, que costea el comercio. Y qué decir de la Cabalgata de Reyes de la
Eurociudad, aunque en Portugal, en Valença, no se celebran los Reyes, filmada
desde el aire como si se tratase del Tour de Francia o la Vuelta ciclista a
España.
Acceso angosto y tortuoso a garajes y piscinas |
Muro a atravesar en paso inferior a la C/Hnos. Maristas |
Tramo a ensanchar permutando terrenos municipales y del Liceo Casino
|
Pese, o a
causa, de los abundantes eventos deportivos, trofeos (Cidade de Tuy), “andainas”,
y actividades de ocio de la Eurociudad, y del mucho ruido y algarabía callejera
de ferias y fiestas, el comercio local
sigue en duermevela. Desengañémonos, Tuy no es, hoy día, destino turístico con incidencia significativa
en la economía local, ni cuenta con atractivo comercial (las grandes
superficies cercenaron esa posibilidad).La situación empeorará si no se estructura la ciudad con obras que aumenten su atractivo y faciliten la
estancia a los que nos visitan, sean turistas, residentes propios o de ayuntamientos vecinos
para realizar gestiones y compras. A este respecto sugiero, entre otras
necesarias, una obra, pequeña pero importante, perfectamente asumible en cuanto
a coste, que resolvería a entera satisfacción la peatonalización del entorno
del Paseo de la Corredera cuando se abra el tramo de la calle Orense pendiente,
al tiempo que rebajaría significativamente la intensidad del flujo rodado de la calle Calzada (barrio de
San Bartolomé), cuya estrechez no
permite la circulación en ambos sentidos, y serviría de vía principal de acceso,
desde el centro urbano, al futuro aparcamiento en el lugar donde se emplazan
las piscinas municipales, así como a la calle Canónigo Valiño. Se trata, pues,
de prolongar el tramo recto del vial bajo
que va desde el acceso a las piscinas
hasta el Liceo Casino, atravesando, a nivel inferior, la Avda. de la
Concordia y con boca de salida en la
calle Hermanos Maristas, y ensanchar parte del tramo existente mediante permuta
de terrenos.
Ahora bien, si
a los tudenses no les preocupa el raquitismo crónico que padece la ciudad y el municipio, y lo que de verdad
les va es la marcha, ya saben lo que les aguarda, el apretarse el cinturón y a
disfrutar por bulerías.
José Antonio
Quiroga Quiroga
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