En el mundo
donde reina el eufemismo, si no la mentira estudiada, no es extraño que la concejalía de
cultura no responda al nombre que la define y, por el contrario, al amparo este respetable epígrafe, de cobijo, cada vez más, a espectáculos de mero
entretenimiento y alpiste para polluelos y polluelas. Dada la deriva en la que se ha instalado, lo propio sería que se denominase concejalía
de festejos, como sucede en los pequeños ayuntamientos, porque no tienen
recursos para ocuparse de ella, y también en los grandes, donde saben establecer y marcar la diferencia
entre ambos conceptos. Salvo meritorias excepciones, los festejos deberían
limitarse a los obligados y establecidos tradicionalmente en el calendario.
Fuera de ahí, lo demás es perversión e irresponsabilidad en el gasto. La misión
esencial de los ayuntamientos además de la función burocrática, es la de
ofrecer servicios básicos a precio de coste, y dotar el municipio de las
infraestructuras necesarias que posibilitan y propician desarrollo y progreso.
Creo que no
me equivoco al decir que, al menos en Tuy, la cartera de subcultura dispone en cada ejercicio, al margen del color
del partido que gobierna, de partida presupuestaria notablemente muy superior
respecto de la asignada a las demás delegaciones, pese a la mayor repercusión en el desarrollo y el bienestar social de
algunas muy concretas, verbigracia, Urbanismo y Obras. Pero, indudablemente, ninguna
ofrece mayor rentabilidad electoral a corto y a medio plazo, que es el
horizonte que determina las prioridades políticas, que la alegre, bullanguera y
gratificante concejalía de festejos.
No es
admisible, menos en tiempo de crisis económica, el gasto que, de manera solapada, las delegaciones de
Cultura, Deportes y la fantasmal Eurociudad,
semana tras semana, derrochan en entretenimientos de la más variada
naturaleza. Eventos todos ellos celebrados bajo la máxima irrenunciable, casi
sagrada, de animar el cotarro y estimular la movida, y la coartada de favorecer
a la hostelería, que no al comercio en general.
Diríase que
este gobierno, más que otros, ha cifrado su éxito, su continuidad en el poder en
la fiesta, que tan bien conecta con el extendido sentimiento de a vivir que son
cuatro días; en lo ilusorio, en la inmaterialidad de los fuegos de artificio, en lo que no tiene expresión material ni
consecuencia aprovechable alguna, porque apenas deja rastro apreciable, en suma, en el populismo, al que también
pertenece el intrascendente y cacareado apartado denominado, “antes y
después”.
Como bien dijo, en expresión poética, una
amiga: Tuy se va apagando bajo la deslumbrante luz de las celebraciones.
José Antonio
Quiroga Quiroga
En su línea de criticar y criticar. Algún día me gustaría ver que se presenta a las elecciones. Yo le votaría. Me encantaría verle en un puesto de losbqie ahora critica y comprobar que lo hace mejor que aquellos a quien con tanta insistencia tritura con sus comentarios....
ResponderEliminarEn su línea de criticar y criticar. Algún día me gustaría ver que se presenta a las elecciones. Yo le votaría. Me encantaría verle en un puesto de losbqie ahora critica y comprobar que lo hace mejor que aquellos a quien con tanta insistencia tritura con sus comentarios....
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