viernes, 26 de agosto de 2016

Malabaristas, funambulistas, tahúres y trileros


De pronto, en Tuy, se instaló el circo. Eso sí, sin animales. No cabe incluir en ese martirizado conjunto a un tiranosauro rey de la política local, protagonista destacado en el espectáculo que ofrece la troupe dirigente. Trileros, tahúres, malabaristas y funambulistas de baja estofa, enzarzados en una función de enredo y suspense, cuyo primer acto ha sido prometedor, amenizarán el final del verano en la Eurociudad, que en Galicia  es una verbena permanente.

Las mociones de censura siempre generaron mucha expectación pese a que tienen mal cartel. Pero forman parte legítima del juego democrático, y no necesitan de mayor justificación. Basta con reunir el número de votos suficientes y creer que el  nuevo gobierno lo hará mejor que el destronado, sin necesidad de entrar en valoraciones de si el desalojado lo está haciendo bien, regular o mal. Tan legítimo es un gobierno salido de una moción de censura como el formado por una amalgama de partidos de ideologías tan diversas como difícilmente compatibles. Sobran, por groseras, las descalificaciones a los promotores, y las autoalabanzas, por inelegantes y subjetivas. Están demás las acusaciones de falta de seriedad de los partidos que la respaldan,  y  las que apuntan a motivos de interés particular y no público. ¿Acaso en el deseo de participar en política no anida, además del supuesto espíritu de servicio público, la erótica del poder, el ascenso en el seno del partido en el que se milita, el atractivo de un mayor relieve social y consecuente ampliación del circulo de relaciones personales, el valor de la información privilegiada,  la mejora laboral y salarial o la obtención de un apreciable complemento, etc.? Fuera, pues, las declaraciones de parte, asúmanse con sobria discreción las mociones de censura y déjense para la ciudanía los juicios de valor.

Solo un buen malabarista puede poner coordinar el movimiento de cuatro bolas  de distinto tamaño y naturaleza política, que abarcan todo el espectro ideológico: el ala derecha, representada por Alternativa Tudense; el centro izquierda, representado por el Psoe; un partido neutro, asexuado, Son de Tui,   cuyo único representante, proveniente de la izquierda nacionalista, no sabe ahora en qué lugar ubicarse; y la izquierda bravía, representada por el BNG. Si  no se posee suficiente carácter, capacidad de liderazgo, y tampoco mañas de malabarista, lo predecible es que se acabe de funambulista caminando en la cuerda floja.

Pero resulta que el circunstancial funambulista de la Casa Consistorial muestra guiños de trilero al esconder una bola clave en todo este juego, diciendo que el gobierno municipal, su gobierno, “funciona con normalidad, ajeno a intrigas”, cuando sabe, como es de dominio público, que en casa tiene a un experimentado tahúr, al que obsequió de principio con demasiados triunfos, que juega con dos barajas.  

Después de celebradas las elecciones, cuando se negociaban las delegaciones para formar gobierno, recuerdo oírle decir, a quien  luego fue elegido regidor, que si no salía alcalde no pasaba nada; y lo mismo,  que no pasa nada si dejaba de ser alcalde, tiempo después, en uno de los primeros plenos cuando se oyeron por primera vez los aleteos de una moción de censura. A juzgar por el nerviosismo mostrado, diría que el alcalde sufre de vértigo por el vacío que se abre bajo sus pies, y de amnesia por la falta de coherencia.

En el aspecto personal, señor alcalde,  no debería pasar nada si la moción de censura prospera, pues siempre le queda su pueblo natal para, con mayor pasión, si cabe, que la volcada en Tuy,   retomar la actividad política y ejercitar  su espíritu de servicio público en favor de sus paisanos.

 

                               José Antonio Quiroga Quiroga

 

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