Ante las disputadas
elecciones generales, Rajoy recuperó, en versión política, la famosa, por dañina, sentencia de Unamuno, “que inventen
ellos”. Recomendó al electorado que se
deje de experimentos votando a partidos emergentes encabezados por jóvenes líderes
sin experiencia de gobierno. Vino a decir, pues, que los experimentos con
gaseosa. Que deben ser los más
productivos y rentables para un país.
Haciéndose
eco del rancio conservadurismo del todavía presidente, un tudense (permítaseme la intranscendente anécdota), de pensamiento viejo y reaccionario,
como suele corresponder a educaciones cimentadas en dogmas, consideró oportuno sumarse a la causa y tratar
de apuntalar tal llamamiento enarbolando
el refrán gallego, elevado a artículo de fe: “Leña verde e xente nova todo é
fume”. Cabe decir al respecto que, mayoritariamente y en todo tiempo, las
revoluciones sociales, el avance de las ciencias, los descubrimientos, así como
la creación artística, han sido protagonizados por jóvenes.
Felipe
González y Alfonso Guerra, entre otros miembros del partido socialista que han
desarrollado tareas de gobierno, carecían de experiencia cuando accedieron al
poder, y es indiscutible su gran contribución a la modernización de España,
desplegada, mayormente, en los primeros años de
mandato en los que la aludida inexperiencia
era más patente. En ocasiones, y en determinadas actividades, la experiencia no
es un valor indiscutible, sino un pesado cúmulo de obsolescencias sostenidas
por la tradición y la costumbre, que
obstaculizan seriamente los cambios y la innovación.
Lo exigible a
un candidato a presidir el gobierno de una nación es, esencialmente,
inteligencia, sensatez y sentido de la justicia. Los conocimientos propios de la
gobernanza los aportan, entre otros, el equipo de asesores, secretarios de
Estado, y técnicos superiores de la Administración, como ha sucedido
históricamente.
Pero el
meollo del asunto radica, fundamentalmente, máxime hoy día en que la corrupción
política tiene a la ciudadanía conmocionada y sumida en la miseria, en la solidez de principios
éticos del candidato que garanticen su independencia frente a la presión de los
poderes económicos.
José Antonio
Quiroga Quiroga
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