martes, 9 de abril de 2013

El día grande de San Telmo en Tuy


Dos discordancias de orden formal y protocolario distorsionan el remate de las fiestas patronales de Tuy: el despliegue de bayonetas alrededor de la imagen del patrón de los navegantes, enarboladas por un pelotón de La Comandancia de Marina Cabo Fradera; y el ordinario y nada solemne broche verbenero después de la procesión del santo-beato.

1ª.- No está fuera de lugar que los marinos, como hombres del mar, aunque de carácter bélico, se acojan a la protección de San Telmo,  a mayores de que tengan a la Virgen del Carmen por patrona, a pesar de que la intervención milagrosa del santo-beato tenía como únicos destinatarios a los marineros pescadores y marina mercante, en principio de la costa atlántica gallega, tras conocer el pavoroso desamparo que padecían en sus respectivas faenas. Pero entiendo que si lo está el que unos marinos, fuera del contexto de recogimiento místico, le escolten en la procesión armados de fusiles rematados con desnudas e hirientes  bayonetas. ¿Qué sentido y significado tiene esta escenografía marcial?  ¿Acaso el santo necesita protección y en contraprestación entienden que deben proporcionársela con armas? ¿Protección de qué y de quién? ¿Y hasta el punto de llegar al cuerpo a cuerpo si fuese preciso? Si lo que pretenden es demostrar devoción basta con que asistan uniformados a la procesión, al margen de que las instituciones civiles  estén obligadas constitucionalmente a mostrar neutralidad confesional, si bien, en descargo de actitudes y costumbres, los patronazgos religiosos en España, por su absoluta implantación geográfica y arraigo merecen capítulo aparte.

2ª.- Después de más de una semana de festejos de carácter lúdico, que incluye tres jornadas con verbena, el lunes de San Telmo, el día grande por excelencia, debería estar dedicado preferentemente al santo patrono en la vertiente religiosa. Si no en su totalidad, si al menos la tarde-noche del mismo. La procesión y los  fuegos de artificio, alegoría jubilosa del fuego salvador de San Telmo, deben ser el único remate posible. El patrón de Tuy, al igual que la máxima autoridad en todo acto solemne, debe tener la última palabra; y con ella en el corazón marcharán los tudenses reconfortados hacia sus hogares. Concedérsela a una orquesta ruidosa en forzadas horas de vigilia  cuando se tiene que ir a trabajar a la mañana siguiente es una vulgaridad y un disparate inadmisible desde los puntos de vista, formal, protocolario y de sentido común. Incluso económico. Tampoco es coherente y apropiado que por la tarde y hasta minutos antes de la procesión, tiempo de expectación e inmersión espiritual, la barahúnda de una orquesta perturbe la disposición anímica del inmenso gentío que acude a verla. ¿A qué clase de baile emocional, del festivo al religioso y vuelta final al festivo, nos somete esta obtusa e insensible programación?. El santo patrono creo que merece medio día de dedicación del total de nueve de expansión y “troula”.

 

                                                          José Antonio Quiroga Quiroga

 

 

 

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