sábado, 5 de enero de 2019

Caminos muy transitados

            Ahora que estamos en tiempo de propósitos para el nuevo año, me gusta recordar la recomendación que, viendo cómo se le iba marchando la gente, un desconsolado guitarrista argentino le brindó a un miembro del público que se encaminaba hacia la salida del pub en que tocaba,” ¡¡¡Vaya usted por el buen camino, señor,  que por el malo hay un atasco de la hostia!!!”

                         

            Por estas fechas no suelo proponerme ninguna meta ni eso tan de moda como desasosegante de marcarse retos, ni nada diferente que el ir resolviendo, con satisfacción, los trabajos y problemas que de ordinario se presentan en la vida. Si acaso me sirven para  rearmarme de valor y reafirmarme en mis principios y en  buena parte de mis convicciones. Una de  ellas es rehuir de las aglomeraciones, de distanciarme de los pasos comunes, en los que son frecuentes los codazos, zancadillas y  encontronazos para abrirse camino, y seguir el rumbo que me he marcado ya de muy joven, y que, con mayor o menor dificultad, más o menos acompañado, si me apuran diría que solo, voy siguiendo, sin apenas preocuparme de la estela que pueda dejar, pero  con la reconfortante percepción de creer saber que voy en buena dirección, que hago lo correcto.   
No, decididamente no, no me gustan las pandas, las camarillas, las multitudes. No me atrae  la idea de grupo como refugio y negación de la individualidad, en que la identidad y responsabilidad  personal se diluyen en las de la colectividad. Me gusta la aventura de escoger  el camino a recorrer, a riesgo de que los tropiezos que me puedan sobrevenir  me sean recriminados y considerados merecidos por listo. Disfruto como observador voluntariamente orillado de la corriente que constituye el teatro de la vida.
Equivocado o no, quizá con más pena que gloria, pero ambas propias e intransferibles, prefiero transitar con firmeza por lo que considero mi camino, si no el buen camino, creo que tampoco el malo. Con eso y un poco de ilustración diaria tengo por bastante.
                             José Antonio Quiroga Quiroga

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