domingo, 29 de julio de 2018

Descabaleiro descabalado


 

A partir de la moción de censura los plenos de Tui han devenido en expresión áspera de resentimiento y de deseo de venganza para infortunio de todos: simpatizantes,  contrarios y  ajenos a la política partidaria. El presumible sentido de servicio público cabal y responsable de los que antes mandaban se ha desvanecido en cuanto se vieron  integrando las filas de la oposición, para trocarse en impúdico ejercicio obstruccionista y paralizador de la gestión municipal como instrumento de deterioro y aniquilación del rival; pero también lo es de menoscabo del desarrollo del municipio y  de la calidad de vida de los contribuyentes que sufragan a estos representantes públicos,  y de descrédito de la institución municipal  que los acoge y de la que se sirven.

La burda y obscena instrumentalización política del siniestro de Paramos por parte de la oposición debería sonrojar incluso a los más fanáticos, pero éstos aplauden irracionalmente cuando trata de bloquear cualquier proyecto que proponga el Gobierno, con el fin de poder tacharlo luego de incapaz e inoperante, como es el caso reciente del concurso de ideas de reordenación del frente fluvial de la ciudad, alegando que “no es el momento” y que “los 36.000 euros destinados a su financiación deberían donarse a los afectados de dicha parroquia”. ¿Acaso para socorrer a los damnificados por la tragedia hay que esperar a que se lleve a pleno no importa qué proyectos para, una vez desbaratados, destinar los correspondientes importes, en general irrelevantes, a ese conjunto de personas, cuando está disponible un cuantioso remanente de tesorería, del que ya se han detraído un millón, y medio millón de euros?

Si bien la inferioridad numérica del grupo de Gobierno es aprovechada por la oposición para  levantar  sistemáticamente  en cada pleno  cercos  de taponamiento  que pone en serio riesgo de parálisis la acción municipal, no pierde  ésta oportunidad de revertir su perversidad responsabilizando al alcalde de la fluctuante situación de impasse (ahora en manos del abstencionista dubitativo, José Prada), por no haber sabido  disponer de mayoría habiendo  podido. Culpando al alcalde  la oposición trata de desvincularse  de su cuota de responsabilidad  en cuanto que los ayuntamientos los gobierna el pleno de la Corporación, y no el Gobierno Ejecutivo, con sus respectivos votos a favor o en contra acerca de proyectos, propuestas de acuerdo y  mociones; al tiempo que deja claro que, bajo su particular punto de vista,  las mayorías plenarias son útiles para ignorar las posturas disidentes.


La incapacidad democrática para asumir el trámite formal de traspaso de poderes, recibido como afrenta imperdonable  de descabalgamiento abrupto por quienes se creyeron destinatarios indiscutibles e indiscutidos del poder, pero que solo lo ocupaban en precario, ha desencadenado una  perniciosa actitud de oposición a cara de perro sin precedentes, liderada por el exjefe de la cuadrilla. Desencuadernado el primer jinete por la caída,  el cavernoso carácter que antes permanecía agazapado tras calculado laconismo verbal,  asoma ahora tronante y claro por las aberturas que dejan los descosidos.   

Visiblemente contrariado y fuera de control por haberse aprobado definitivamente los presupuestos, intervino, sin estar en el uso de la palabra, con  una de sus típicas  erupciones volcánicas, frecuentemente cargadas de apocalíptica ceniza que parecen sumir en sombras todo el municipio,  para tratar de terciar en favor de la indisciplinada e insolente “Antoñita”, exconcejala de hacienda y urbanismo, que estaba siendo advertida de expulsión por replicar e interrumpir la intervención del alcalde. Tras ser también advertido de expulsión el portavoz del PSOE, que pretendía  acobardar al presidente de la sala  y dejar en entredicho su autoridad,  respondió éste de manera destemplada y con desdén despreciativo hacia los demás miembros del Gobierno, diciendo algo así como: usted non se dirixa a min neses termos, ou acaso  cree que son  como os seus compañeiros de Goberno. Las reiteradas invitaciones del alcalde a que retirase la ofensa infligida solo consiguieron de este taciturno personaje que bajase y ladease su atormentado rostro para evitar la mirada de quien le reconvenía.

Finalmente, la Antoñita fue expulsada de la sala, no sin antes resistirse animada por la ruidosa peña asistente que le invitaba a quedarse. A continuación se procedió a la votación del concurso de ideas de ordenación del frente fluvial, que, al quedar la oposición con un miembro menos, fue aprobado con el voto de calidad del alcalde. Fue entonces el momento en que la ofuscada oposición se percató de que ya no tenía capacidad de abortar ninguna propuesta, y optó por abandonar la sala en bloque. Sin embargo, pudo advertirse que la concejala del BNG, en principio no tenía intención de marcharse, quizá porque no olvida que cuando desempeñaba responsabilidades de gobierno, Antoñita, la mandona, la respondona, le hizo llorar en un par de ocasiones, pero al final parece que cedió ante la insistencia de su compañero. 

Privado el portavoz del PSOE de la dignidad que otorga la montura, de Cabaleiro solo tiene el apellido.

 

                                     José Antonio Quiroga Quiroga

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