La asociación Levada Libre, constituida,
fundamentalmente, para la recuperación de la memoria de los tudenses fusilados
en el verano de 1936, ha respondido, junto con los alcaldes de Porriño, Salceda
y el exalcalde de Tuy, con declaraciones
de rechazo al reprobable acto vandálico perpetrado en el monolito en recuerdo y
honor a nueve vecinos asesinados en
Volta da Moura (Guillarei-Tuy). Pero no todas afortunadas, incluso alguna un
tanto insidiosa como que el olivo que se
plantó en agosto (uno de los peores meses del año a tal fin) con ocasión de la
inauguración del monumento “se ha secado por motivos que no queremos revelar”; no
vaya a ser que ….? Resulta que Levada Libre, “que mana con espírito curioso, lonxe dos encoros
que pretenden deter o curso do seu
caudal”, construye sus propios diques maliciosos de contención. Bien podría
dicha asociación, aportar pruebas demostrativas de lo que, intencionadamente,
deja a la libre imaginación de la
ciudadanía, mediante informe pericial de
la/s causas por las que el olivo se ha secado, ya que dispone en sus filas de
dos peritos agrónomos. Pero es mejor dejarlo así, igual se descubre una
verdad que la sociedad, todavía
inmadura, no podría asimilar. Sin embargo, pese a la falta de pruebas, no se
oculta la motivación ni se duda de ella
afirmando que el acto vandálico ha sido cometido por odio (hipótesis
probable), cuando podría deberse a un acto, por lo demás frecuente, de
vandalismo gamberro indiscriminado; a la mera implantación territorialmente intrusiva
del propio monolito; a su manifiesta fealdad y mala calidad escultórica; a que se trata de un indeseado y molesto recordatorio
de los fusilamientos; al subyacente espíritu antirrepublicano; o a quién sabe qué otras
causas.
“No respetan ni las piedras que
recuerdan a los asesinados”, declara entre solemne y apocalíptico (no quedó
piedra sobre piedra) el que parece abanderar la azarosa cruzada de Levada
Libre. ¿Acaso dichas piedras no son el soporte material de la memoria de los fusilados
y parte esencial del monolito?. O quizá la connotación de permanencia eterna
consustancial a la piedra hace más grave, más violento y más irreverente el
atentado? Tampoco son en absoluto inocentes, además de imprudentes, si no
incendiarias (nunca faltan pirómanos sociales en las filas de la política), las palabras de la alcaldesa de O Porriño, del alcalde de Salceda y del exalcalde de Tuy, Enrique Cabaleiro, que
coincidieron en afirmar, tan gratuitamente como poco creíble, que “el hilo conductor
de este tipo de vandalismo es el odio (delito de odio, remachó, la avispada
jurista, García de la Torre, alcaldesa de O Porriño). Menos mal, que la acotación final de que “no podemos
extrapolar esto al conjunto de la sociedad” (a riesgo de quedarse solos, claro),
nos ha rescatado a una mayoría si no a todos de entre los acusados. Gracias,
pues, por el impagable servicio, noble dama y cabaleiros parlantes desfacedores
de entuertos de propia creación.
Al objeto de dejar (para la
posteridad) testimonio físico del “odio” descargado sobre el monolito, aunque
tampoco es descartable que, consciente o
inconsciente, exista voluntad de provocación, y en resarcimiento de la afrenta,
se mantendrá el dañado, tal cual quedó
después del atentado, se construirá uno nuevo, y se plantarán tres olivos, que
se pedirán “a los alcaldes de Salceda y O Porriño, pero no al de Tuy” explicó, con
las conexiones neuronales perceptiblemente desordenadas, el cruzado de mayor
protagonismo. Cabe suponer, pues, que al
de Tuy no se le pedirá porque se trata de un “golpista” (heredero de los
capitaneados por Franco), aunque, en todo caso, de éxito, a diferencia de los
dos pretendidos “golpistas” fracasados del
disgregado cuatripartito, como quedó de manifiesto en las palabras de despedida del exalcalde
Cabaleiro en pleno de la moción de censura, al trazar un obsceno
paralelismo entre los promotores de la moción y los golpistas que bombardearon el palacio
que ocupaba Allende.
Posado promocional de rigor, muy a la moda, del equipo A. |
La presencia del señor Cabaleiro
como agente de Levada Libre carece de justificación,
por cuanto que no es miembro de dicha asociación, y porque, como exalcalde,
carece de competencia para aportar un olivo en representación del Ayuntamiento
del que ahora es simple concejal en la oposición. La razón espuria de su participación es la de darle respaldo político promocionando su imagen, y dar a entender que
Levada Libre, apartándose indebidamente de sus fines estatutarios, no reconoce al
señor Padín como alcalde de Tuy, lo cual significa que esta asociación
demuestra nulo respeto por las reglas democráticas,
al tiempo que inflige un feo desaire de reprobación al regidor; ofensa que, en
cuanto representados, es extensiva a los todos los tudenses. Tampoco está
justificada la del alcalde de Salceda, excompañero político de Gobierno del
ahora exalcalde de Tuy, como igualmente no lo estaría la alcaldesa del limítrofe municipio de Tomiño, pero sí es procedente la de la alcaldesa
de O Porriño al ser todos los asesinados de este ayuntamiento. De ahí el capricho
de plantar tres olivos, procedentes de los tres ayuntamientos citados, en lugar
de dos.
Si califico de hipotéticamente
probable la afirmación, ya que no hay certeza conocida alguna, de que el odio es el motivo del atentado (poco destrozo ha sido para ser obra del odio), es porque el monumento a los represaliados, colocado
en los jardines de la alameda tudense con el beneplácito y autorización del
entonces alcalde del PP, Antonio Rocha,
permanece intacto desde su inauguración, hace ya más de quince años.
Perversamente ridícula resulta la idea de colocar un buzón o hucha catártica, o de los improperios, al lado del monolito roto, para recoger
insultos y otros comentarios, con el supuesto objetivo de ofrecer una opción no
vandálica de descarga del “odio”. Y de paso, medir, por extrapolación, mediante
esta singular extracción, cuánta inquina larvada existe en la sociedad, para quizá
luego dar cuenta del resultado a la
opinión pública con el bienaventurado propósito de fomentar la concordia en la
comarca.
“A su terquedad de odio nosotros contestaremos
con terquedad de amor, y a tercos no nos gana nadie”, replica retador y ufano el
cruzado mayor de la cofradía, al creerse, al menos, campeón en algo, si bien en
nada que una persona razonable pueda
exhibir como motivo de orgullo, que no sea en obstinadas cerrazones y
absurdas porfías. Las terquedades, por impertinentes y cansinas, no son deseables
ni bienvenidas siquiera en el amor. Y nada tan pobre de argumentos como el de
darse gratuitamente por desafiado para tratar cargarse de razón.
Considero absolutamente respetable y merecedora de defensa la memoria
histórica y su ley, y todo símbolo alusivo a la misma, pero también censurable el uso partidario de un acto de barbarie, de
autoría y motivación inciertas, para respaldo del exalcalde y afrentosa
reprobación del actual, así como la frívola instrumentalización de lo sucedido,
montando un tingladillo cómico-dramático para proyección de protagonismos
personales en el que mostrarse, nada más
lejos de la realidad, como intrépidos y
trascendentes actores sociales, depositarios de las más admirables virtudes
épicas y democráticas.
José Antonio Quiroga
Quiroga
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